Nuestro hijo tiene una discapacidad de aprendizaje, o por sus siglas DA (en inglés, Learning Disabilities o LD), y no tuvo una experiencia muy positiva en los años escolares intermedios. Los maestros lo llamaban ‘flojo” y “estúpido”, términos que nunca habiamos oido antes. Muchas veces le dijeron “¡ponle ganas!”

Investigando

Nosotros decidimos que teníamos que encontrar una escuela secundaria que pudiera atender a sus necesidades en una manera más positiva, ofreciendole más apoyo. Pero antes de empezar a investigar, necesitamos hacernos varias preguntas:

  • ¿Cómo aprende él?
  • ¿Qué medio ambiente de aprendizaje es el mejor para él?
  • ¿Qué obstáculos interfieren con su aprendizaje?

Mientras buscábamos las respuestas, hicimos algunos cambios en la forma en que hacíamos las cosas en la casa. El más importante fué incluir a nuestro hijo en el proceso de tomar decisiones. Nos dimos cuenta de que él necesitaba estar incluído activamente en el proceso para que él pudiera luchar por sus propias cosas en el futuro.

El encontrar una escuela adecuada nos tomó mucho tiempo y energia. Nuestros hijos siempre fueron a la escuela pública, pero en esta ocasión consideramos tanto las escuelas públicas como las privadas para nuestro hijo ya que él tiene una DA.

Nosotros revisamos la forma Preguntas para hacerle a las escuelas privadas antes de empezar nuestra investigación. Recogimos información de las escuelas de las que habíamos oído por medio de nuestros amigos, y buscamos en las páginas amarillas del directorio telefónico. También visitamos muchas escuelas y leimos muchas clases distintas de libros sobre cómo seleccionar una escuela.

Cuando fuimos a las escuelas, fue muy importante para nosotros:

  • Reunirnos con el administrador de la escuela
  • Observar varias clases mientras que estaban en sesión
  • Observar los programas de educación especial en las escuelas que los tenían
  • Observar la vida diaria escolar de los estudiantes
  • Hablar con otros padres de familia y estudiantes en las reuniones conocidas como reuniones de “Casa abierta”.

Como familia nosotros discutimos lo que esperabamos de la escuela, incluyendo:

  • El nivel académico
  • Una filosofía escolar con la que estuviéramos de acuerdo
  • La buena moralidad de las personas de la facultad, los que trabajan en la escuela y los estudiantes mismos
  • Las oportunidades para participar que tienen los padres de familia
  • Un número pequeño de estudiantes en cada clase
  • La seguridad de la escuela

Escogiendo

Nuestro hijo decidió atender una escuela secundaria pequeña e independiente. Los maestros, el personal y los estudiantes conocian las necesidades especiales de cada estudiante y lo que cada uno podía contribuir a la escuela.

La escuela que él escogió no tenía un programa de educación especial, pero ellos usaban una variedad de métodos educativos para ayudarle a los estudiantes con todo tipo de necesidades del aprendizaje. Por ejemplo, cuando nuestro hijo tenía dificultades con el álgebra, el maestro utilizó el conocimiento que nuestro hijo tiene sobre computadores para ayudarle a entender que las ecuaciones usadas en las hojas de computador eran en realidad ecuaciones algebráicas.

Nuestro hijo fue a esa escuela por tres años. Durante ese tiempo él aumentó su auto-estima y confianza en sí mismo. Al mismo tiempo que él aprendía más de sí mismo y de la forma en la que él procesa información, el incrementó su conocimiento académico. Nosotros terminamos aceptando que la escuela siempre será algo dificil para él, pero también nos dimos cuenta de que puede ser un sitio en el que él puede tener éxito.

Para su último año de escuela secundaria nuestro hijo resolvió ir a la escuela pública en lugar de continuar en la privada. El quería saber como le iría en una escuela más grande para poder empezar a prepararse para la universidad. Y él también quería disfrutar de las actividades extra-curriculares que son parte del programa de las escuelas públicas. El sintió que ya había aprendido como buscar la ayuda y los recursos académicos que él necesitará.

El orgullo que sentimos el día de su graduación fué casi tan grande como la confianza que nuestro hijo tiene ahora en sí mismo y en su futuro. El comprobó que él puede tener éxito por sí mismo.