Sara: Mami, ¿puedo ir a jugar después de cenar?

Madre: No hoy no, querida.

Sara (lloriqueando): ¿por quééé noo?

Madre: No quiero que mañana estés cansada para ir a la escula y además, saliste a jugar después de cenar las últimas 3 noches.

Sara (energéticamente): ¡Qué estupidez! Katy, Roberto y Mónica salen a jugar más de tres noches seguidas por semana. A ti te gustan esos chicos y sus padres también van a nuestra iglesia. Entonces ¿por qué no?

Madre (exasperada): ¡Por que así lo digo!

Sara (chillando): ¡No! ¡No me voy a quedar adentro, y no me puedes obligar!

¿Qué se esconde detrás de la resistencia?

¿Qué padre no se siente identificado con la situación extremadamente frustrante que se describió antes? Como padre, usted espera que su hijo haga lo que le pide, y de manera respetuosa. ¿Por qué su hijo desafía su autoridad? No hay ningún misterio por el que los niños dicen “No” a las directivas de los padres. Esta conducta no obediente les permite:

  • que les presten atención
  • evitar una tarea que no quieren hacer
  • o ganar poder al tratar de irritarnos

Con demasiada frecuencia, los padres sólo se enfocan en la forma, o en la apariencia externa de la conducta del niño y no se detienen a pensar sobre qué propósito tiene para el niño. Por ejemplo: la niña regresa al hogar después de la escuela, enojada porque la acusaron falsamente de haber estado hablando durante la clase. Pudo haberse sentido impotente al tratar en vano de convencer a la maestra de su inocencia. Entonces, cuando entra a la casa quizás empuje a propósito un libro de la biblioteca. Cuando el padre le pide que recoja el libro, ella responde “¡No, no lo voy a recoger”! ¡No me puedes obligar a que lo haga! ¡Nadie me puede obligar a que lo recoja!”

La forma de la conducta (empujar el libro del estante) es el aspecto menos importante que el padre tiene que tratar. La niña pudiera haber tirado la mochila en su cuarto, pudo negarse a hacer la tarea de la escuela o pudo haberle gritado al padre. Entonces, ¿qué propósito tiene esa conducta? Empujar el libro al piso es una manera en que la niña siente poder después de sentirse impotente en la escuela.

Establecer las bases para nuevas estrategias

A continuación se listan condiciones previas para mejorar la obediencia de su hijo:

  • Primero, reconozca que algunas maneras habituales de lidiar con su hijo, especialmente cuando lo castiga, puede en realidad, empeorar las interacciones negativas (y que sea más difícil cambiarlas). Cuando el niño responde a las directivas del padre quejándose, con rabietas, o simplemente diciendo “No”, es muy común que los padres castiguen al niño. Pero posiblemente los niños que no cooperan nunca, hayan sido castigados repetidamente. Si el castigo funcionara, el padre tendría que castigar cada vez menos en lugar de cada vez más al niño, ya que el resultado del castigo debería reducir o eliminar la conducta desfavorable del niño. Además, cuando usted trata de administrar el castigo, es posible que se involucre en una lucha por el poder con su hijo. Una vez que se mete en un lucha por poder, el niño ya ha “ganado” al haber conseguido lo que quería (sentirse en control de la situación al haberlo irritado).
  • Segundo, las investigaciones nos dicen que la manera en la que usted le pide algo al niño, afecta su manera de responder. Es más fácil evitar luchas de poder y lograr que su hijo obedezca si le da directivas de manera clara, directa y específica, utilizando la menor cantidad posible de palabras, y dándole un marco razonable de tiempo para que obedezca. Por el contrario, usted puede incentivar luchas de poder con su hijo si sus órdenes son poco claras, con palabrería, e incluyen muchas instrucciones para una conducta deseada (Walter, Ramsey y Gresham, 2004).
  • Tercero, antes de que pruebe estas nuevas estrategias para lograr que lo obedezcan, usted debe establecer un buen vínculo con su hijo. El vínculo requiere comunicación con el niño, utilizando el punto de vista del niño. Por ejemplo: Una niña le dice al padre después de la escuela “Papi, todas las chicas de la escuela tienen las uñas cortas. Yo quiero estar de moda también y me voy a empezar a comer las uñas”. El padre responde “Creo que es importante que las chicas estén a la moda y yo quiero estar a la moda también.” Esta respuesta genera un vínculo ya que valida lo que la niña está buscando. Después de todo, ¿qué respuesta puede dar la niña? “No, estás equivocado, no quiero estar a la moda?” Una vez que se genera el vínculo, es más fácil que el niño obedezca.

Nuevas estrategias para fomentar la obediencia

Existen cuatro estrategias, poco usuales, pero más positivas para aumentar la obediencia y evitar las luchas por el poder con su hijo. Si bien estas estrategias requieren que usted re-piense algunas de las maneras de controlar la conducta de su hijo, manejar la resistencia no tiene por qué ser complicado, llevar mucho tiempo, ni ser frustrante. Los niños siempre nos dan claves sobre cómo lidiar con ellos exitosamente. Pero usted debe buscar esas claves y saber cómo convertirlas en estrategias para manejar la conducta de su hijo. Lamentablemente, cuanto más envejecemos, más nos estancamos en nuestras maneras habituales de ver y responder a la mala conducta del niño. En consecuencia, no logramos descubrir esas claves que son importantes para la obediencia.

La clave para cambiar la conducta resistente del niño es cambiar el contexto (ya sea el escenario o las circunstancias, que rodean dicha conducta). Si lo piensa, cada conducta obtiene su significado del contexto en el que ocurre: Las técnicas de un guardavidas tienen más significado en el contexto de una piscina pública que en una pista de esquí, leer tiene más significado en el contexto de una biblioteca que en un partido de fútbol. Toda conducta está definida por su contexto. Por lo tanto, su usted puede cambiar el contexto que rodea la conducta del niño, también puede cambiar el significado, propósito y su motivación para tener esa conducta. Voy a describir cuatro estrategias que se basan en esta idea.

Tres consideraciones importantes para usar estas técnicas

  • Tenga en cuenta que estos métodos implican decirle al niño de alguna manera, que continúe con la conducta no deseada. Sin embargo las molestias a corto plazo tendrán el beneficio a largo plazo de un niño más obediente.
  • Debido a que le permitirá al niño a que continúe con una conducta no deseada, esta estrategia no puede usarse con conductas que pueden dañar a otros (por ej.: agresión) o al propio niño (por ej.: autodaño).
  • Lo más importante, usted debe ser capaz de presentarle estas estrategias al niño con una actitud que indique que usted se complace en que el niño puede mejorar la conducta. Cuando usted no responde negativamente, el niño no obtiene ninguna satisfacción al portarse mal.

Pídale al niño que continúe con su conducta

El concepto detrás de esta estrategia es que todos tenemos un nivel de tolerancia para la cantidad de la conducta que queremos desempeñar. Cuando convertimos el nivel de tolerancia del niño en intolerable, él cambiará la conducta por sí solo. Recuerde el ejemplo del padre, en el que su hija quería “estar a la moda” y tener uñas cortas. El estableció un vínculo con ella, y luego programó un horario en el que ella llevara a cabo la conducta indeseable. “Ya perdiste mucho tiempo”, le dijo. “Todos los días, cuando regreses de la escuela, por que no usas el cronómetro de la cocina, vas a tu dormitorio, lo programas por 15 minutos y practicas comerte las uñas”. El padre no estaba enojado, y no le dio una lección sobre las desventajas de comerse las uñas. En cambio, el expresó placer en el hecho de que su hija tendría la oportunidad de “recobrar el tiempo perdido” y estar “a la moda” como sus compañeras.

Su hija siguió las instrucciones al pie de la letra porque (1) era lo que ella quería hacer y (2) las directivas no fueron presentadas como un castigo. A medida que pasaron los días, la hija pasó cada vez menos tiempo hasta que le dijo al padre “Papi, creo que voy a comenzar una nueva moda en la escuela, uñas largas”. La conducta ya no le producía placer.

Dirija al niño a que realice la conducta en otra parte

Esta propuesta en general puede usarse junto con el cambio de la cantidad de conducta. Un ejemplo de esta propuesta combinada sería montar una silla para lloriquear. El lloriqueo es una de esas conductas que saca a los padres de las casillas. Cuanto más le pedimos que pare al niño que está lloriqueando, más lloriquea. Cuántas veces le ha dicho a un niño que no lloriqueé, y lo único que consigue es que le diga llorando “¡yo no estoy lloriqueando!”

Al igual que en la propuesta anterior, usted le dice al niño de manera entusiasta y sincera que hay un nuevo lugar para lloriquear, llamado silla para lloriquear, donde ella puede incluso mejorar su lloriqueo. Usted expresa su confianza en que su lloriqueo mejorará, pero que no está segura de cuánto tiempo le llevará. Como resultado, el lloriqueo deja de ser divertido y es más probable que el niño deje de hacerlo (que es lo que queremos).

Programe un horario para la conducta problemática

Un problema común de los padres es que los hermanos discutan, se burlen o se irriten unos a otros. Este problema puede remediarse al establecer un tiempo determinado para que los hermanos discutan. Usted puede decirle a sus hijos “Ustedes están discutiendo mucho últimamente. Tengo una idea que los ayudará a que dejen de pelear o, al menos, los ayudará a que discutan mejor. Todos los días, después de la escuela, se pueden sentar uno frente al otro a la mesa de la cocina. Yo voy a programar 30 minutos en el cronómetro y ustedes podrán discutir todo lo que quieran.”

ésto puede modificarse cuando los hermanos pelean en el automóvil. Estacione el auto y dígales que usted no puede conducir mientras ellos discuten, porque no es seguro. Dígales que usted esperará fuera del auto mientras ellos discuten. La mayoría de los niños dejarán de discutir en pocos segundos y le pedirán que regrese al auto.  

Pero subirse al auto tan rápido no funcionará (enseguida volverán a discutir). Por lo tanto, dígales que usted cree que no tuvieron suficiente tiempo para discutir. Enseguida le dirán que ya han terminado. Esta vez les dice “de acuerdo, pero antes de regresar al auto quiero que hagan un plan para evitar volver a pelear.” Usted vuelve a esperar uno o dos minutos. ¡La tercera vez serán un encanto!

Hay otras maneras de modificar esta propuesta. Por ejemplo, usted puede decirle al niño “te voy a dar una directiva para que hagas algo que no querrás hacer. Entonces quiero que lloriquees y te enojes ahora y que se te pase antes de que te de la directiva.” Esta propuesta funciona con los niños que generalmente preguntan “¿por qué?” cuando se les dice que no pueden hacer algo. No existe una razón lógica por la que usted dice “no” que el niño aceptará. El objetivo del niño es ganarle por cansancio. Incluso si no se da por vencida, el niño siente que ganó algo porque la hizo enojar. 

Entonces, cuando el niño pregunta “¿por qué?” puede contestarle “¿realmente quieres saber porqué, a pesar de que no cambiaré de idea y la razón que te voy a dar es super estúpida?”. La última parte de esta pregunta está diseñada para vencerlo por completo. él sabe que a cualquier respuesta que le demos, el niño dirá “eso es una estupidez.” Decirle que será una respuesta estúpida antes que ella lo diga, hace que usted esté de acuerdo con ella cuando ella se lo diga.

Este es un ejemplo: “El motivo por el cual no puedes salir esta noche es porque no estoy usando pantalones verdes”. “¿Qué?”, le dirá el niño, “Esa es la respuesta más estúpida que he escuchado.” Luego usted responde: “tienes razón, es una respuesta estúpida, pero si me das un minuto, puedo inventar una respuesta más estúpida aún.”. A estas alturas, el niño habrá perdido interés y se habrá ido a otra parte.

Cambie la apariencia de la conducta

Esta propuesta funciona bien cuando trata de decirle algo al niño y ella se niega a mirarla. En lugar de enojarse, puede pedirle al niño que se ponga las manos sobre las orejas para asegurarse de que no escuche ni una palabra de lo que usted dice. Si ella hace lo que le pidió, está siendo obediente. Cuando usted obtiene obediencia en un área, le resultará más fácil obtenerla en otra. Al menos, la conducta está ahora bajo su control. Si ella se rehúsa a cubrirse las orejas con las manos, usted puede decirle que quizás quiera escuchar algo de lo que está diciendo (y luego rehúsese a finalizar).

Cambie de enfoque para recuperar el control

Los padres pueden manejar la resistencia de los niños, de manera positiva y efectiva. Pero quizás tenga que salirse de su postura habitual y ser creativo en respuesta a la mala conducta de su hijo. Este es el último ejemplo: Una madre y su hija están en el centro comercial cuando la hija tiene un ataque de ira (una rabieta en la que se tira al piso agitando brazos y piernas). La madre inmediatamente se tira al piso y tiene una rabieta junto con la hija. La hija inmediatamente se detiene, se para y le dice a la madre “¡Mamá, deja de hacer eso, me estás avergonzando!.” Tenga o no talento dramático como esta madre, la lección general es aplicable: No se estanque en un patrón frustrante, reaccionando a la resistencia del niño. En general usted tiene más poder del que usted cree para cambiar la conducta negativa de su hijo.

Referencias en inglés

Walker, H. M., Ramsey, E., et al. Antisocial behavior in school: Evidence-based practices (2nd ed.). Belmont, CA: Wadsworth/Thomson, 2004.

Maag, J. W. Powerful struggles: Managing resistance, building rapport. Longmont, CO: Sopris West, 2001

Maag, J. W. Parenting without punishment: Making problem behavior work for you. Philadelphia, PA: Charles Press, 1996

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