A los niños pequeños les encanta escuchar historias de cuando eras pequeño. Contarle estas experiencias a tu hijo puede ser una poderosa herramienta de aprendizaje y crecimiento en muchos sentidos. En primer lugar, las historias familiares nos ayudan a aprender y preservar la historia de nuestra familia. Este conocimiento crea un sentido de continuidad que está asociado a una mayor resiliencia. Aunque es conveniente contar historias familiares que sean apropiadas para tu hijo de 2, 3, 4 o 5 años, estarás preparando el escenario para compartir historias familiares más complicadas o dolorosas en el futuro. Sentar estas bases puede ayudar a tu hijo a desarrollar dos herramientas importantes: aprender a entender las experiencias dolorosas, lo que, posteriormente, puede enseñarle también a celebrar las experiencias felices.

De ser posible, incentiva a los abuelos a que también compartan sus historias. Escuchar cómo era la infancia en otra época permite que los niños entiendan la forma en que cambian las experiencias con el tiempo. Escuchar historias multigeneracionales fortalece el entendimiento de la familia y de las similitudes o diferencias de generación en generación.

Cómo contarle historias familiares a tu hijo

Aprovecha la oportunidad de contar una historia breve todas las noches, permitiendo que tu hijo haga preguntas durante el relato. Posteriormente, pídele que te cuente una historia que él recuerde de su infancia (incluso si es de ayer o de la semana pasada, es perfectamente aceptable). Cuando los abuelos, tíos u otros familiares vengan de visita, incentívalos también a contar historias de su infancia. Cuando lo hagan, ayuda a tu hijo a comparar los cambios que han ocurrido. Si lo deseas, puedes escribir las historias en un diario familiar, de manera que tengas tu propio libro de historia familiar para leer en voz alta.

Consejos útiles a tener en cuenta:

  • Asegúrate de que las historias sean apropiadas para la edad de tu hijo. Esto aplica no solo al contenido de la historia, sino también a la duración y al nivel de detalle. Cinco minutos es mucho tiempo para que un niño pequeño permanezca sentado y prestando atención, así que mantén la historia breve y agrega más detalles en una próxima ocasión, al volver a contar la historia cuando tu hijo sea mayor.
  • Comienza con historias relevantes. Si tu hijo jugó en el columpio ese día, cuéntale una historia de tu infancia que esté relacionada con los columpios. Todos los oyentes, sin importar la edad, aprecian cuando el contenido es relevante para ellos de alguna manera.
  • Concéntrate en los sentimientos. Las historias son una excelente forma de aprender nuevas palabras, sobre todo las que se relacionan con las emociones. Por lo tanto, a medida que cuentes tu historia, enséñale a tu hijo las palabras que corresponden a las emociones que estás describiendo, como preocupado, asustado, emocionado, nervioso, feliz y sorprendido.