Cuando nuestro hijo entró al kínder, sentimos un gran alivio. Librarnos de la matrícula mensual del preescolar implicaba que tendríamos más dinero todos los meses. Si estás en la misma situación, considera reservar al menos una parte de ese dinero que iba destinado a la matrícula para pagar la universidad.

De hecho, cada vez que saldes una deuda o termines un compromiso financiero, bien sea el preescolar (enlace en inglés), el pago de un auto, una tarjeta de crédito o una hipoteca, considera empezar o aumentar tus contribuciones al plan de ahorro universitario de tu hijo. Considerando que ya estabas pagando esa cantidad de dinero todos los meses, es menos probable que sientas que te haga falta.

¿Cuánto deberías ahorrar? La respuesta depende de muchos factores, incluyendo la situación financiera de tu familia. Pero es seguro decir que cualquier cantidad que puedas ahorrar será de ayuda. De acuerdo con las cifras de 2014-2015 del Departamento de Educación (enlace en inglés), los gastos por matrícula, cuotas, alojamiento y comida ascendían en promedio a los $18.632 anuales en instituciones públicas de cuatro años y $37.990 por año en instituciones privadas de cuatro años. Antes de que entres en pánico, es importante recordar que la mayoría de los padres no tienen ahorrada toda la matrícula universitaria de su hijo antes de que este comience la escuela. Una “fórmula” de ahorros promocionada por la compañía de servicios financieros Fidelity es la “regla 2K” (enlace en inglés). Fidelity sugiere multiplicar la edad de tu hijo por $2.000 para calcular un estimado de lo que deberías tener ahorrado a una edad determinada para cubrir la mitad del costo de enviar a tu hijo a una universidad pública de cuatro años en tu estado de residencia. Otros expertos afirman que esta cifra no es suficiente. Aunque es poco probable que $36.000 puedan cubrir el costo de cuatro años de universidad, este monto podría funcionar si se combina con becas, préstamos estudiantiles e ingresos del estudiante.

Si aún no has comenzado a ahorrar para la universidad, no te desanimes. Si sigues estos nueve pasos, comenzarás con buen pie.

  1. Abre una cuenta de ahorro universitario

    Lo importante es comenzar. Puedes ahorrar monedas en un frasco, abrir una cuenta de banco con intereses o una cuenta de ahorro con ventajas fiscales para la universidad, como un plan 529 (más información en el paso #2). Si tu hijo recibe una mesada durante la escuela primaria, incentívalo a guardar un dólar en el frasco cada vez que la reciba (los estudios demuestran que los niños que contribuyen con los ahorros destinados a la universidad, sin importar la cantidad, tienen más probabilidades de ir).

  2. Considera un plan de ahorro universitario 529

    El beneficio de estas cuentas de ahorro con ventajas fiscales es que el dinero que aportes e inviertas tiene la posibilidad (y con suerte así será) de aumentar con el tiempo, y cuando retires el dinero no tendrás que pagar impuestos por las ganancias (siempre y cuando uses los fondos para gastos educativos permitidos como la matrícula, el alojamiento, la comida e incluso una computadora portátil nueva para la universidad). Puedes elegir un plan 529 desde cualquier estado (visita collegesavings.org para conocer las distintas opciones), pero generalmente tu propio estado ofrece los mejores beneficios en materia de impuestos. Muchos padres eligen planes 529 que vayan ajustados a la edad del niño, los cuales pasan gradualmente de inversiones más agresivas a unas menos arriesgadas a medida que tu hijo se aproxima a la universidad. Si tu hijo decide no ir a la universidad, puedes transferir los fondos para pagar la educación de otro miembro de la familia. De lo contrario, tendrás que pagar una sanción del 10 por ciento del interés generado y tendrás que pagar impuestos sobre las cantidades que retires.

  3. Abre el plan 529 a tu nombre, no al de tu hijo

    Beth Kobliner, experta en finanzas personales, antigua reportera de la revista Money y autora de dos bestsellers del New York Times sobre la relación entre los niños y el dinero, ofrece este consejo en uno de sus libros. Cuando solicites ayuda financiera, escribe Kobliner, la fórmula federal exige que los estudiantes contribuyan el 20 por ciento de sus ahorros para la universidad, mientras que de los padres solo se espera que contribuyan el 5,6 por ciento de los suyos. Esto significa que la misma cantidad de dinero en un plan 529 que esté a tu nombre afectará menos la cantidad de ayuda financiera que tu hijo reciba.

  4. Aporta una cantidad con la que te sientas cómodo

    Los expertos sugieren contribuir la mayor cantidad con la que te sientas cómodo y aumentar tu contribución siempre que sea posible. Los padres que ahorran $310 al mes en un plan 529 con 8 por ciento de interés pueden esperar ahorrar unos $150.000 en 18 años gracias al interés compuesto. Sin embargo, si el mismo padre comienza a ahorrar cuando su hijo tiene 10 años tendría que aportar unos $1.100 al mes para alcanzar la misma base financiera. ¿La conclusión? Mientras más pronto comiences a ahorrar, más fácil será.

  5. Automatiza los ahorros mensuales

    Las investigaciones demuestran que configurar un método automático que no requiera de tu intervención, como transferir una parte de tu salario de forma automática a una cuenta de ahorro universitario todos los meses, es mucho más efectivo que intentar recordar hacerlo tú mismo o tratar de decidir todos los meses sobre si lo harás o no. Si tu empresa no ofrece una deducción de pago automática para los planes 529, considera configurar una transferencia mensual entre tu cuenta corriente y tu cuenta de ahorro.

  6. Involucra a los abuelos

    Si los abuelos de tu hijo están en posición de ayudar, sugiéreles que contribuyan a tu plan 529. Algunos planes 529 ofrecen incluso formularios de regalo que puedes enviarles a miembros de la familia para que aporten al plan de tu hijo. Los abuelos también pueden abrir su propio plan 529 para tu hijo, pero Kobliner no lo recomienda. La ventaja de que los abuelos tengan un plan 529 por separado es que los fondos no son tomados en cuenta para calcular la ayuda financiera hasta el momento en que son usados. Pero una vez que ocurra, pueden afectar de forma negativa la ayuda financiera otorgada porque la fórmula federal considerará los fondos como ingresos del estudiante, y los estudiantes tienen que hacer una contribución del 50 por ciento de sus ingresos a la universidad. Si esos mismos fondos estuvieran en un plan 529 a tu nombre, la fórmula federal solo exigiría una contribución del 5,6 por ciento.

  7. No descuides el ahorro para la jubilación

    Como dice el dicho: no desnudes a un santo para vestir a otro. La expectativa de vida de los estadounidenses es más alta que nunca y tendrás que construir una base financiera sólida para ti también. Y aunque existen préstamos para los estudiantes, para los jubilados no.

  8. Háblale a tu hijo de ahorrar para la universidad

    Explícale a tu hijo la importancia de ahorrar para las cosas que más anhelamos, sugiere Kobliner. Eso incluye a la universidad. “Las investigaciones demuestran que cuando le haces saber al niño que la familia está ahorrando para la universidad, este tiene más probabilidades de ir independientemente de la cantidad de dinero que haya realmente en la cuenta. Tiene un impacto motivacional en el niño”, explica. Además, ahorrar es más sencillo cuando resaltas la importancia de aquello para lo que estás ahorrando. Si lo integras a las conversaciones familiares, todos estarán de acuerdo en hacer del ahorro una prioridad.

  9. Conecta los intereses de tu hijo con su posible futuro

    Kobliner sugiere asociar los intereses de tu hijo con posibles profesiones y títulos universitarios de una manera que sea apropiada para su edad. ¿Es tu hijo un amante de los animales? Puede que le atraiga la idea de ser veterinario algún día. Habla con él sobre lo que implica ser veterinario. Si a tu hijo le encantan los microscopios, comenten sobre una posible carrera en biología.

    “En cuarto o quinto grado, también puedes explicarle al niño que por lo general las personas que van a la universidad ganan 1 millón de dólares más a lo largo de su vida que los que no se gradúan de la universidad”, explica Kobliner. “Menciónalo en tus conversaciones sin generar presión, pero resaltando que ir a la universidad es una expectativa y es algo maravilloso”.