La próxima vez que estés a punto de castigar a tu hijo por mal comportamiento, considera esto: los psicólogos dicen que los castigos severos no disuaden el mal comportamiento, sino que hacen más posible que tus hijos te mientan. De hecho, la investigación sugiere que el miedo al castigo hace que los niños sean mejores mintiendo.

“Una de las razones más comunes por las cuales los niños mienten es para escapar del castigo. Y sabemos que los niños que están sujetos a castigos severos tienen más posibilidad de mentir para evitar ese castigo”, dice la Dra. Esther Goldberg, una psicóloga clínica registrada en Londres, Ontario.

Y cuando mentir funciona, es decir, cuando el niño exitosamente evade una consecuencia o reacción desagradable, puede reforzar la lección de que mentir es una buena estrategia. “Ellos aprenden que las cosas positivas vienen de no decir la verdad”, dice el Dr. Peter Stavinoha, un neuropsicólogo clínico del Centro para Psiquiatría Pediátrica en el Centro Médico para Niños de Dallas.

Si deseas estimular a tu hijo para te diga la verdad, la investigación sugiere que un estilo de crianza firme pero afectuoso que estimula la honestidad sin amenazar con el castigo, es tu mejor apuesta.

¿Miraste a escondidas?

Victoria Talwar, profesora asociada en el Departamento de Psicología de Orientación y Educación en McGill University en Montreal, e investigadora líder sobre niños y las mentiras, mentir y decir la verdad en niños examinados bajo una variedad de condiciones. A niños entre 4 y 8 años de edad, se les dijo que no miraran un juguete escondido y luego los dejaron solos en un cuarto.

Sin que los niños lo supieran, los investigadores estaban observando y sabrían si estaban mirando a escondidas. Dos tercios de los niños miraron el juguete a escondidas.

Antes de preguntarles si habían mirado a escondidas o no, a todos los niños se les pidió que dijeran la verdad. A un grupo de niños se les dijo que serían castigados si habían estado mirando a escondidas. A otro grupo se le aseguró que no tendrían problemas si habían mirado a escondidas. Como es lógico, los niños en el primer grupo, que esperaban ser castigados si habían mirado a escondidas, tenían más posibilidad de mentir acerca de haber mirado a escondidas.

Cuando los castigos son severos, mentir es algo adaptable

En otro estudio, los investigadores jugaron este “juego de mirar a escondidas” con niños de África Occidental de 3 y 4 años de edad de dos escuelas diferentes, una con estilo disciplinario severo y punitivo, y una con un estilo disciplinario no punitivo. Los niños de la escuela punitiva que miraban a escondidas tuvieron una posibilidad mucho más significativa de mentir acerca de esto que los niños de la escuela no punitiva que miraban a escondidas. Además de tener más posibilidad de mentir, los niños de la escuela punitiva eran mejores para mantener su mentira que los niños de la escuela no punitiva cuando les hicieron preguntas de seguimiento. Talwar dice que esto sugiere que un ambiente punitivo le enseña a los niños a ser mejores mintiendo. “Parece que en un ambiente severamente punitivo, mentir puede tener un efecto adaptable protegiéndote de meterte en problemas”.

Por supuesto, Talwar dice que ¡esto no significa que los padres no deben disciplinar a sus hijos! “Por supuesto, una cierta cantidad de disciplina es necesaria, estoy hablando de un castigo corporal severo”, dice ella. “Este no era un ambiente justo. Los niños se estaban metiendo en problemas y viendo a otros niños meterse en problemas por cosas tales como olvidarse de su lápiz. En ese ambiente, mentir parecía ser una habilidad que los niños aprendieron antes y en la que se perfeccionaron de forma temprana”.

El caso es que, dice ella, el castigo no promueve que se diga la verdad. “De hecho, la amenaza del castigo puede tener el efecto inverso reduciendo la posibilidad de que los niños digan la verdad cuando se les estimula a que lo hagan”, escribió Talwar en el estudio.

Reglas de honestidad

Una cosa que los padres pueden hacer para disciplinar a sus hijos sin crear condiciones que estimulan la mentira es simplemente permanecer calmado al hacer frente a la infracción. “Cuanto más explosivo se ponen los padres, más atemorizado se pone el niño, y mayor posibilidad tendrá de mentir”, dice Stavinoha.

Nancy Darling, profesora y presidente del departamento de psicología en Oberlin College, ha estudiado el comportamiento de decir mentiras de los adolescentes durante más de dos décadas.Su investigación muestra que cuando los padres combinan unas normas consistentes con afección y aceptación, tienen más posibilidad de tener una relación honesta con su adolescente. Esencialmente, los niños tienen más posibilidad de mentir si tienen miedo de que serán castigados de forma injusta o severa, y más posibilidad tienen de decir la verdad si tienen confianza en que responderás con comprensión y con una consecuencia justa y lógica. “Ellos necesitan respetarte y creer que serás afectuoso, mostrarás aceptación y no serás punitivo”, dice Darling.

En el contexto de una relación segura y enriquecedora, los niños tienen más posibilidad de ser honestos, dice la Dra. Goldberg, en parte debido a la renuencia a defraudar a sus padres. “Defraudar a los padres tiene mucho peso”, comenta ella. “Defraudar a uno de los padres puede sentirse como un castigo muy severo”.

Afectuoso y firme a la vez

Así que, imagina que tu hijo ha derramado un refresco sobre su computadora laptop aun cuando él sabe que no tiene permitido comer ni beber mientras la usa, y ahora no está funcionando. O que se ha quedado toda la noche conectado a Internet y estaba tan cansado que no aprobó su prueba de historia a la mañana siguiente. Ya puedes verte poniéndote rojo de furia y castigándolo durante un mes. Pero si lo haces, es casi seguro que la próxima vez que algo así suceda, tu hijo evadirá, negará o inventará una mentira para evitar tu reacción. Por supuesto, observa Goldberg, el comportamiento de tu hijo está moldeado no por una sola experiencia, sino por el contexto de tu relación con él; si él sabe que puede esperar una respuesta justa y amorosa, hay mucha más posibilidad de que reconozca la transgresión.

Ahora, imagina que no estás feliz con el resultado de las acciones de tu hijo, pero aprecias que sea honesto y asuma responsabilidad por lo que hizo. Y luego, juntos, debatan acerca de las repercusiones (usando su asignación de dinero para reparar o reemplazar la computadora laptop, por ejemplo, o instituir una norma de no dispositivos en la habitación después de una cierta hora de la noche). En este escenario, el comportamiento inaceptable es abordado y tu hijo recibe el mensaje de que ser honesto contigo es una experiencia positiva, incluso cuando la verdad es algo que él sabe que a ti no te va a gustar.

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