Tu hija de 10 años decide que no quiere seguir practicando ballet tras años invertidos en lecciones y con el recital de primavera a la vuelta de la esquina. Tu hijo de 12 años quiere dejar de tocar el violonchelo, pero suplica comenzar a practicar con la guitarra. ¿Y tú te preguntas cuándo es correcto incentivar a tu hijo a perseverar o estar de acuerdo con que desista?

Aunque no existe una respuesta que aplique para todos los niños, existen varios factores a tomar en cuenta independientemente de la actividad que practique tu hijo. Nuestros expertos (un profesor de educación musical, una especialista de educación física, una directora de escuela de natación y una directora de escuela de ballet) están de acuerdo: cuando tu hijo comienza a practicar una actividad, debes crear un entorno de apoyo en el hogar. Esto podría ayudar a prevenir que su interés disminuya.

Cuando se trata de renunciar o perseverar, la decisión recaerá en el niño, su nivel de talento, la cantidad de tiempo que ha estado involucrado en la actividad y sus razones para querer renunciar.

Tu niño y las lecciones de música

Establece el ambiente apropiado en casa para tu estudiante de música.

“Los niños músicos no nacen, se hacen”, afirma Robert Cutietta, autor de Raising Musical Kids y profesor de educación musical en la Universidad del Sur de California. Todo comienza creando un “ambiente musical” en el hogar. El profesor sugiere exponer a los niños desde temprana edad a distintos tipos de música y hacer que se concentren haciéndoles preguntas apropiadas para su edad, tales como: “¿A qué se asemeja ese sonido? ¿Suena como un ave, como un árbol meciéndose en el viento?”. Si tocas algún instrumento, deja que tu hijo te vea tocando y expresando tu amor por la música. “Los niños notan aquellas cosas que sus padres valoran”, señala Cutietta. “Si la música es parte de tu vida y la valoras, lo notarán”.

Prepárate para el final del período de la “luna de miel”.

Para la mayoría de los niños que comienzan a tocar un instrumento, existe un período de luna de miel donde están emocionados y ansiosos por tocar todo el tiempo. “Generalmente, los padres creen erróneamente que a su hijo le encanta el instrumento”, señala Cutietta, “pero, en realidad, no es más que un juguete nuevo para ellos. Desde el principio, los padres necesitan prepararse para el momento en el que su hijo se desencante del instrumento. No deberían dar por sentado el interés de su hijo. Deberían establecer metas realistas, las cuales no deberían ser metas de tiempo como ‘practicar por media hora todos los días’, sino metas musicales como ‘tocar cuatro compases de esta pieza’”. Si esperas a establecer metas cuando tu hijo comience a perder interés, podría ser demasiado tarde.

Para evitar molestias, establece una hora específica para las prácticas.
Cutietta también sugiere establecer una hora específica para las prácticas todos los días con el fin de evitar discusiones con tu hijo, quien podría decir: “No tengo ganas; lo haré después”. Si tu hijo sabe que debe practicar todos los días a las 4 p.m., habrá menos necesidad de causar molestias. “Está bien reconocer que la práctica no siempre es divertida”, señala Cutietta. “No todo sobre la música es divertido. Requiere esfuerzo y no hay nada de malo en ello”.

No veas el concierto de primavera como un incentivo.

Cutietta desaconseja mencionarle a tu hijo el concierto de primavera como una forma de mantener su interés. “Desde la perspectiva de tu hijo, tal evento podría estar a años luz de distancia”, indica. “Es mucho mejor establecer metas de desempeño más prácticas e inmediatas”. El profesor sugiere organizar un mini recital donde tu hijo pueda tocar frente a algunos miembros de la familia y amigos. Esto puede ser fácil de organizar y funciona como meta y como recompensa.

Está bien cambiar de instrumento.

“Permitir que un niño cambie de instrumento es una acción inteligente, siempre y cuando no se vuelva una costumbre”, aconseja Cutietta. “Es bueno que el niño comience con el piano o el violín, pero es aceptable explorar otros instrumentos, y algunas escuelas lo permiten”. Chase Nelson, hoy en día un exitoso violinista de 24 años en California, agrega lo siguiente sobre su propio entrenamiento musical: “Mis padres no cedieron en cuanto a la posibilidad de que renunciara, pero siempre tuve la opción de cambiar de instrumento. Pasé de la guitarra a la batería antes de volver al violín, un instrumento en el que había alcanzado cierto grado de éxito. No podría estar más agradecido con mis padres por haberme mantenido en el mundo de la música. Un video en el que estoy tocando el violín fue lo que logró que me admitieran en la universidad que deseaba”.

Tu hijo y los deportes

“No hay respuestas correctas o incorrectas sobre renunciar a un deporte”, indica Amy Kaiser, asesora pedagógica de GreatSchools y ganadora en el 2005 del premio a Maestra del Año en el área de educación física a nivel de escuela primaria en Minnesota. Sin embargo, Kaiser ofrece algunas sugerencias para facilitar la decisión:

  • Habla con tu hijo antes de inscribirlo en algún deporte o actividad. ¿Quiere participar? ¿Cuáles son sus metas para la temporada? ¿Entiende la inversión de tiempo y dinero?
  • Intenta que llegue al final de la temporada. Algunas sesiones de práctica iniciales son difíciles, o los nuevos entrenadores o situaciones producen incomodidad debido a que son distintos a lo que tu hijo está acostumbrado. Ayuda a tu hijo a superar los problemas e intenta que mantenga el compromiso hasta el final de la temporada. Los compañeros de equipo, entrenadores y programas están contando con su participación durante toda la temporada. Cuando termine la temporada, es el momento ideal para discutir los pros y los contras, y decidir si le gustaría continuar la próxima temporada. Soportar una temporada difícil sirve para desarrollar el carácter y ayuda a reforzar la ética laboral.
  • Si tu hijo insiste en renunciar, averigua todas las razones. Puede que una discusión con el entrenador o el equipo resuelva los conflictos o calme los temores.
  • Ponte al tanto de cómo se siente tu hijo, mantén una comunicación frecuente y ayúdalo a tomar la mejor decisión contando con la mayor cantidad de información posible.

La comunicación es clave.

Cuando comienzas a notar indicios de que el interés en una actividad comienza a menguar, la comunicación con tu hijo es fundamental, de acuerdo a Carmela Peter, directora artística de la Escuela de Ballet Profesional y el Teatro de Artistas Jóvenes de Ballet en Belmont, California. “Si tu hijo no se siente feliz y no quiere volver a la escuela de danza, podría deberse a muchas cosas. Podría deberse a que simplemente prefiere quedarse jugando o porque alguien le dijo algo desagradable en el vestidor”, señala Peter. “En conclusión, si no quiere ir, descubre por qué. Si todo se debe a que no estás de acuerdo con la filosofía de la escuela, siempre está la opción de cambiarse a otra”.

Averigua la filosofía de la escuela o del entrenador.

Peter también sugiere averiguar cuál es la filosofía del programa antes de inscribir a tu hijo. Aunque la escuela sí entrena a estudiantes que están interesados en alcanzar un nivel profesional, también entrena a todos los demás y trata a los estudiantes con respeto al brindarles corrección y atención. Se dan cuenta de que no todos los estudiantes se convertirán en bailarines profesionales, pero piensan que todos los estudiantes deberían ser felices, aprender, disfrutar y mejorar.

Peter también sugiere brindarle apoyo adicional a tu hijo si sientes que su interés está disminuyendo. “Dile: ‘Mientras más te esfuerces, mejor lo harás y más te divertirás’”, indica. “Sin embargo, llegado a cierto punto, no puedes obligarlo, pero deberías motivarlo a terminar el año y llegar al recital de fin de año antes de retirarse”.

Permite que tu hijo experimente diferentes actividades.

“Si permites que tu hijo experimente diferentes actividades a temprana edad, sabrás identificar sus talentos con facilidad”, afirma Irene Kolbisen, copropietaria de la escuela de natación La Petite Baleen en Half Moon Bay, California, y miembro fundador de la U.S. Swim School Association y el World Aquatic Baby Congress.

“Debes descubrir sus talentos y dejarlos florecer. Observa aquello en lo que es bueno y aquello en lo que presenta dificultades. Presta atención a su estilo de aprendizaje: ¿Es un aprendiz auditivo o kinestésico (centrado en el movimiento)? Cuando se le presenta un desafío, ¿quiere huir inmediatamente del mismo?”. En ese caso, señala la autora, establecer un período mínimo de inversión de tiempo podría ser una buena forma de motivar a tu hijo a enfrentar el reto. “Dile a tu hijo que acordaron seguir realizando la actividad por un lapso de tiempo determinado, pero tras ese lapso volverán a evaluar la situación”.

Kolbisen sugiere tomar en cuenta las tendencias de tu hijo cuando comience a quejarse: ¿Su preocupación es válida o tiene tendencia a derrumbarse cuando las cosas se ponen difíciles? Asegúrate de ser objetivo y no apuestes demasiado en tu opinión sobre el talento de tu hijo. “No te dejes cegar por tu ego y digas cosas como: ‘Cuando yo tenía tu edad…’. Piensa qué es más importante: tu hijo o tu atleta”, agrega Kolbisen. “Al final, esperas que la actividad sea una forma en que los niños se diviertan y sean felices”.

Actividades en conflicto

En ocasiones, el niño pierde interés en una actividad porque en su horario hay demasiadas demandas en conflicto: fútbol, tenis, violonchelo, tareas… puede resultar abrumador tratar de abarcarlo todo. Varios de nuestros expertos coinciden en que cuando se trata de eliminar una o más actividades, debería ser el niño quien decida qué eliminar, a menos que involucre un deporte en equipo, en cuyo caso es aconsejable motivar a tu hijo a terminar la temporada y respetar su compromiso con el equipo y entrenador. “No te decidas por una actividad en específico antes de los 10 años, o hasta que puedas determinar cuál es el talento de tu hijo”, recomienda Kolbisen.

En ocasiones, puede que tu única opción sea dejarle renunciar.

Puede que retirarse sea la opción correcta para la salud de tu hijo, sobre todo si este presenta problemas para cumplir con las exigencias propias de la actividad. En un artículo del 2007 de la revista Psychological Science, (enlace en inglés) los investigadores Canadienses Gregory Miller y Carsten Wrosch descubrieron que las personas que logran desvincularse de metas inalcanzables disfrutan de un mayor bienestar y experimentan menos síntomas de enfermedades cotidianas en comparación con las personas que tienen dificultades para desvincularse de metas inalcanzables. Los investigadores descubrieron que las adolescentes en particular que no lograban desvincularse de metas difíciles de alcanzar mostraban un nivel más alto de una molécula inflamatoria conocida como proteína C reactiva, la cual en los adultos se encuentra vinculada a la diabetes, enfermedades cardíacas y envejecimiento prematuro.

“Llega un punto donde se vuelve cruel obligar a un niño a seguir”, señala Cutietta. “Puede que más adelante llegues a pensar en cuánto te hubiese gustado que siguiera, pero desde el principio todo se reduce a la fijación de metas y apoyo familiar”. Kolbisen agrega: “Cuando tu instinto te dice que tu hijo tiene razón en querer retirarse, es hora de escribirle una nota agradable al entrenador y salir por la puerta grande”.

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