Miguel Flores estaba emocionado cuando fue aceptado en la Universidad de San Francisco State. Pero después de su primer año, Flores decidió no regresar. Reflexionando sobre esa decisión dos años después, Flores dice que se fue porque había “demasiado enfoque en las fiestas. Simplemente no pasé mucho tiempo en la parte académica de la universidad”. El alto costo de la universidad también fue un factor, dice, “quería empezar a trabajar y ser más independiente, ir a trabajar todos los días y volver a casa con un cheque”.

Flores es solo uno de muchos estudiantes que se dirigen a la universidad llenos de esperanza y ambición solo para abandonarla. El número de estudiantes estadounidenses que abandonan la universidad cada año es alarmantemente alto. En los últimos 20 años, más de 31 millones de estudiantes se han matriculado en la universidad y se han ido sin recibir un título o certificado. Solo el 60 por ciento de los estudiantes que comenzaron una universidad de cuatro años en 2008 se graduaron en seis años. Un estudio de Harvard muestra tasas de graduación aún más sombrías: El 56 por ciento de los estudiantes completan títulos de cuatro años en alrededor de seis años, y solo el 29 por ciento de los estudiantes completan títulos de dos años en alrededor de tres años. De hecho, los EE.UU. tienen la tasa más alta de deserción en el mundo industrial, según la Organization for Economic Cooperation and Development (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo).

¿Por qué tantos estudiantes abandonan la universidad? Las encuestas y las estadísticas muestran que las principales razones de este fenómeno se encuentran en estas cinco categorías.

Número uno: el costo

En los últimos 25 años, los costos universitarios han aumentado más del 400 por ciento, pero el ingreso familiar promedio no ha seguido el ritmo. La investigación sugiere que la mayoría de los jóvenes abandonan la universidad porque es muy difícil hacer malabares con el trabajo y la escuela. Las entrevistas con más de 600 jóvenes de entre 22 y 30 años que habían asistido a alguna universidad mostraron que alrededor del 45 por ciento de los estudiantes universitarios trabajan más de 20 horas a la semana. Tener que trabajar e ir a la escuela al mismo tiempo fue la razón número uno por la que los estudiantes tuvieron para abandonar la escuela.

Marcia Zorrilla, educadora de salud en la Escuela Secundaria Balboa de San Francisco, dice que los altos costos universitarios son un obstáculo para muchos de sus estudiantes. Dos de sus estudiantes, por ejemplo, fueron aceptados en universidades que no podían pagar. “No recibieron tanta ayuda financiera como esperaban”, dice Zorrilla. “En ambos casos, querían ir a una universidad de cuatro años y estaban muy emocionados de ser aceptados. Pero tuvieron que retirarse porque sus familias simplemente no podían pagar la matrícula”. Ambos estudiantes terminaron trabajando y tomando clases en una universidad comunitaria.

Número dos: Simplemente no están listos

Muchos otros estudiantes dejan la universidad porque simplemente no están listos para estar allí. Un gran número no está preparado académicamente. De hecho, casi el 60 por ciento de los estudiantes universitarios de primer año tienen que tomar clases de recuperación. Es un problema por que menos del 25 por ciento de los estudiantes que se ven obligados a tomar clases de recuperación terminan graduándose en 8 años. (Lee más acerca de por qué los mejores estudiantes terminan en clases de recuperación).Algunos estados están tratando de cambiar estas tendencias. Bajo el programa SAILS de Tennessee, por ejemplo, las clases de recuperación se han trasladado a cientos de escuelas secundarias, lo que reduce la cantidad de estudiantes que reciben clases de este tipo en la universidad.

Otros estudiantes no están preparados emocionalmente para la universidad. John Duffy, psicólogo y autor de The Available Parent (El Padre Disponible), ha visto un aumento en el número de clientes adolescentes, en su mayoría varones, que regresan a casa desde la universidad, generalmente durante su primer año. “Los niños que veo se sienten abrumados por todo lo que tienen que hacer, se ponen ansiosos y pierden interés”, dice Duffy. “Dejan de hacer su trabajo o de ir a clase por completo, beben o fuman demasiada marihuana, y pronto sus calificaciones son un desastre, y tienen que volver a casa”.

Roger Martin, autor de Off to College: A Guide for Parents (Hacia la universidad: Una guía para padres) y presidente emérito de Randolph Macon College, dice: “El problema principal de los estudiantes universitarios de primer año es la gestión del tiempo. No saben cómo administrar su trabajo académico, su vida social y sus otras actividades”, explica Martin.

Tanto Martin como Duffy ven a los padres como parte del problema. Con la mejor de las intenciones, demasiados padres continúan administrando cada aspecto de la vida de sus hijos en la escuela secundaria, por lo que ellos nunca aprenden a administrar su tiempo y resolver problemas por su cuenta. “Retrocede”, aconseja Duffy “permite que los adolescentes hablen con sus maestros, asuman el liderazgo en sus solicitudes universitarias, administren su tiempo y cometan sus propios errores para que desarrollen habilidades y capacidad de resistencia”.

Número tres: No se ajustan a su nivel

Muchos chicos trabajan arduamente para ingresar en la universidad, solo para descubrir que la escuela que eligieron no es adecuada para ellos. Este fue el caso de Lauren Young, quien fue a la Universidad de Santa Bárbara (UCSB) justo después de terminar la escuela secundaria. “Era una escuela demasiado grande para mí”, dice ella. “Me pareció abrumador estar en clase con entre 600 y 800 personas”. Cuando se presentó a los profesores después de la clase, no recordaban quién era ella unas semanas más tarde.

En el segundo año, Young se volvió cada vez más infeliz. Su abuelo murió repentinamente ese otoño, y esto fue un duro golpe. “Regresé a Santa Bárbara después del funeral y estaba realmente deprimida”, recuerda. El tamaño de la escuela me facilitó saltarme las clases. Nadie me vigilaba. Dejé de ir a clases y me atrasé en la escuela. Ella se retiró de la UCSB más tarde esa primavera.

De vuelta en casa, trabajaba de niñera, estudió química en la universidad comunitaria local y buscó una mejor opción. Cuando se trasladó a Connecticut College, se sintió bien casi de inmediato. “Solo había estado allí un par de semanas cuando estaba caminando por el campus con otra chica y pasamos junto a uno de los decanos. Cuando la decana nos vio, se nos quedó mirando. Ella dijo que estaba realmente contenta de que nos hubiéramos conocido porque sabía que nos agradaríamos. Eso nunca hubiera sucedido en Santa Bárbara, porque ninguno de mis profesores me habría reconocido, y mucho menos se habría tomado el tiempo en notar que era nueva en la escuela y que había hecho una amiga”. Young se graduó de Connecticut College en junio pasado.

Para muchos estudiantes de familias de bajos ingresos, el rango de opciones es limitado. Muchos adolescentes terminan yendo a una universidad que está cerca de casa o que se ajusta a su horario de trabajo o presupuesto. Public Agenda (La Agenda Pública) descubrió que los estudiantes que abandonan la universidad a menudo eligen su universidad por razones prácticas, no porque se ajuste a su nivel académico o cultural: “Entre los que no completaron la universidad, dos tercios dice que seleccionaron su escuela principalmente porque su ubicación era conveniente, casi 6 de cada 10 porque su horario se compaginaba con el de ellos, y el 57 por ciento porque las matrículas y las tarifas eran asequibles”.

Número cuatro: No hay suficiente ayuda de un consejero

Existe un consenso abrumador entre los expertos en educación que consiste en que muchos estudiantes no reciben suficiente apoyo en su camino a la universidad. Las oficinas de consejería en la mayoría de las escuelas secundarias públicas no tienen suficiente personal y tienen un exceso de trabajo. En California, por ejemplo, la proporción es un consejero por cada 1.000 estudiantes. (Una proporción de 250 estudiantes por cada consejero es óptima).

La investigación ha encontrado que muchos estudiantes recibieron asesoramiento universitario inadecuado en la escuela secundaria. En una encuesta, aproximadamente la mitad de los estudiantes de escuelas públicas dicen que sintieron que su consejero los veía como una cara entre la multitud. Los adolescentes con acceso a consejeros universitarios tenían más probabilidades de elegir universidades en función de razones importantes: académicas, ayuda financiera o una especialización específica.

Una vez que los chicos llegan a la universidad, necesitan ayuda para hacer la transición. “La orientación es crítica. Creo que los consejeros deberían reunirse con los estudiantes dos o tres veces en el primer semestre, pero en muchos casos, los estudiantes de primer año se quedan solos”, dice el ex presidente de la universidad, Martin.

También argumenta que las universidades deberían repensar las clases de primer año y segundo año. En muchas escuelas, la norma son los cursos de educación general de estilo conferencia. Martin dice que muchos estudiantes universitarios a punto de abandonar la escuela le han dicho que consideraron que sus clases de primer año carecían de sentido.

Número cinco: Los desafíos de ser los primeros en ir a la universidad

No es fácil ser el primero de la familia en ir a la universidad, como muestran las estadísticas: el 41 por ciento de los estudiantes que abandonan la universidad tienen padres que no asistieron a la universidad. Los estudiantes de primera generación a menudo se sienten fuera de lugar en el ambiente universitario, donde muchos de sus compañeros tienen antecedentes más privilegiados. “El primer año es crítico”, dice Diana Adamson, directora ejecutiva de ScholarMatch, una organización sin fines de lucro que ayuda a los estudiantes de bajos ingresos y de primera generación a ingresar y permanecer en la universidad. “Ves a muchos niños fallar ese primer año, pero si se quedan, a la mayoría les va muy bien”.

El problema es que es posible que los padres que no asistieron a la universidad no sepan cómo animar a sus hijos cuando se enfrentan a dudas y temores normales durante el primer año. “A los padres les causa temor ver que su hijo no está contento y se encuentra en este lugar desconocido, y naturalmente pueden animar al chico a regresar a casa”, dice Adamson.

De regreso en la universidad

Han pasado dos años desde que Miguel Flores abandonó la universidad. Consiguió el trabajo que pensó que quería: como carpintero que gana un salario decente. Ahora está reconsiderando sus planes. “No me veo haciendo esto como una carrera”, dice. “Hago lo mismo todos los días: cortar madera contrachapada, clavarla, rehacer cosas que la gente arruinó. Se vuelve aburrido. El dinero que la carpintería produce es bueno para alguien que acaba de empezar con este oficio. Pero tiene un costo en el cuerpo”.

Flores planea volver a la universidad en el otoño. “Veo que ir a la universidad es muy importante”, dice. “Ahora que he estado afuera en el mundo laboral, me doy cuenta de lo que te espera si pasas por la vida sin un título universitario”.