“Cabeza de pañal sucio”. Así fue como Michael de 5 años me llamó en la primera entrevista que tuve con él y con su madre. Frustrado y no queriendo estar en la oficina de un sicólogo, Michael estaba enojado y lo demostró en la única forma que él supo. Avergonzada, su madre calmadamente lo regaño, “no digas eso, Michael. Eso no es de buen gusto”. No sabiendo qué más hacer con el mal comportamiento de su hijo, ella rápidamente dirigió su atención de nuevo a mí.

Como sicólogo, yo quiero ver, en mi oficina, el comportamiento con el que los padres tienen problemas en la casa. Mientras el insulto de Michael fue útil para mí, me di cuenta que su madre se enojó y se sintió incomoda. Durante la tercera sesión, Michael se molestó otra vez pero en lugar de recurrir a darme sobrenombres, él puso una cara agria, me miró fijamente por un momento y repentinamente volteó hacia la ventana. “Michael, ¡eso es de mala educación! Ahora regresa y deja ese puchero”. Otra vez su madre estuvo molesta por lo inapropiado de su comportamiento.

“Yo sé que tú estas frustrada con él, señora”, le dije, “pero él esta demostrando un mejor comportamiento y dando una versión infantil de un auto castigo. En verdad, es mejor que ponerme sobrenombres”.

“Así lo creo,” su madre respondió indecisa, “pero él puede ser muy rudo. ¿Qué puedo hacer para que él deje de ser tan rudo y cruel”?

Mientras la mamá de Michael esta desorientada sobre cómo manejar su niño, ella en alguna forma vacila en apoyar un pequeño pero positivo cambio en su comportamiento. “Pero es aún inapropiado”, su madre comentó cuando yo noté el cambio de la primera a la tercera sesión.

Como los niños y los adolescentes aprenden

Los niños y los adolescentes con dificultades de aprendizaje DA (en inglés, Learning Disabilities o por sus siglas LD) y trastorno por déficit de atención con hiperactividad o por sus siglas TDAH (en inglés, Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder o por sus siglas ADHD), frecuentemente tienen problemas sociales y de comportamiento, además de los problemas que tienen con el aprendizaje y la atención. Raramente sus dificultades ocurren aisladas de otras manifestaciones. Muchos padres, maestros, terapeutas intentan premios o castigos para cambiar su oposición o su comportamiento inapropiado. Nosotros también excusamos esos niños porque creemos en el mito de que ellos “no pueden” comportarse bien porque no está dentro de sus capacidades. Como resultado, muchos crecen pensando que el mundo tolerará su comportamiento incorrecto o simplemente “rudo”.

A medida que los niños crecen, la mayoría de ellos “captan” o parecen incorporarse a los sutiles matices de nuestra danza social. Ellos entienden que cuando otro niño blanquea sus ojos, es generalmente una señal que él ha tenido suficiente de su comportamiento o, que un suspiro significa la necesidad de moverse a otro asunto. Debido a que esas sutilezas son naturalmente intuidas, cuando un niño no las capta fácilmente, nosotros nos frustramos e intentamos enseñar esas habilidades con nuestra eterna cantaleta, regaños y comparaciones con otros hermanos u otro niño. Todos nuestros intentos usualmente caen en oídos sordos. Los “oídos sordos” de nuestros hijos no son una expresión de desafío, aunque frecuentemente parece eso, sino debido a su inhabilidad. Esta, es similar a una inhabilidad para las matemáticas o la lectura y deben ser manejadas de la misma manera. El problema con nuestro acercamiento tiene dos partes importantes: primero, no apoyamos los pequeños cambios y segundo, no tendemos a enseñar habilidades sino que usamos castigos en su lugar. Este articulo tratará el primer problema.

Cuando los estudiantes pierden una materia, por decir matemáticas, nosotros no esperamos que ellos inmediatamente tengan una “A.” En su lugar, nosotros esperamos que con nuestra tutoría, ellos tengan una mejoría ligera, como una “D.” Esto significa que ellos se están moviendo en la dirección correcta. De una “D” buscamos que ellos mejoren su calificación a una “C”. Y así hacia arriba. Si preguntara a algunos maestros acerca de un estudiante que estuvo fallando, cual sería el primer signo de cambio, ellos indicarían que una “D.” O algo cercano. Pero cuando esto tiene que ver con comportamiento, nosotros esperamos que los niños y adolescentes que no se comportan bien, cambien inmediatamente y presenten un perfecto comportamiento, es decir, ir de una “F” a una “A.”

Una causa de mal comportamiento

Un paciente de 16 años, Ryan, llegaba continuamente tarde los fines de semana, violando su permiso para estar afuera. Su madre lo castigaba pero primero se enredaba en una larga discusión que generalmente terminaba en gritos y una pelea entre los dos. Después, con el fin de disminuir su preocupación, ella compró un teléfono celular para él y le indicó que la llamara si él iba a llegar tarde, esperando que esto remediaría la situación. La siguiente semana, Ryan tomó el celular como se le indicó pero nunca lo prendió. Nuevamente, cuando volvió a la casa, él fue castigado no sin antes decirle cuan insensible y egoísta él había sido. Varios fines de semana después, le permitieron salir otra vez. Ryan tomó su teléfono celular, lo encendió y cuando su madre lo llamó, su novia contestó. Sintiéndose perdida, su madre me consultó después, porqué él hacía esto y no podía seguir las reglas. “¿No ve él que la vida sería mucho más fácil si solo siguiera las reglas?”

Una razón por la cual Ryan no había seguido las reglas es porque él sentía que cualquier cosa que él hiciera, no sería suficientemente buena para ella. Sus palabras exactas fueron:

“¿Para qué sirve?” Él estaba no solo decepcionado sino desmoralizado también. El demostró su desmoralización en un comportamiento más desafiante. ” No importa lo que haga,” Ryan replicó rápidamente. “A mamá le parecerá siempre equivocado cualquier cosa que yo haga.”

Yo he escuchado este llanto de desmoralización, una y otra vez en mi práctica, en niños de 3 años hasta jóvenes. En su intento por mejorar su comportamiento, ellos frecuentemente suben un peldaño o dos en “la escalera del mejor comportamiento” solo para tener su mejoría no reconocida sino criticada. Los niños con TDAH y dificultades de aprendizaje especialmente necesitan saber cuales son los comportamientos que queremos ver y no solo los qué no deben hacer como se los dejamos saber a través de nuestros castigos. Ser específicos acerca de los comportamientos que esperamos y la correcta dirección es vitalmente importante y esencial para niños con dificultades de aprendizaje. Si nosotros no somos claros con lo que esperamos, ellos recaen en su pobre comportamiento original.

Pequeños pasos para ayudar a tu hijo

Una manera fácil y extremadamente efectiva de cambiar el comportamiento de un niño es darte cuenta de las mejorías y de los pequeños pasos que él da. El termino sicológico para esto es “aproximaciones sucesivas”. Aproximaciones sucesivas o apoyo a pequeños cambios, como nosotros nos referimos en la práctica, incluye captar cada mal comportamiento, determinar el más pequeño signo de cambio y entonces manifestarse cuando el niño ha exhibido ese comportamiento. Para muchos comportamientos inapropiados o malos, esta es una herramienta efectiva para promover el cambio.

Por ejemplo, muchos padres detestan el tono insolente e irrespetuoso con el que sus adolescentes frecuentemente les hablan. “¿Cómo hago para que él no me hable así?” es como los padres frecuentemente responden. En lugar de decirle a tu malhumorado adolescente que no te hable a tú en esa forma, cae en cuenta del momento en que te este hablando en un tono respetuoso y apropiado y entonces diga “Jeff, mira como me estas hablando ahora, así es como quiero que me hables cuando tú estes enojado conmigo. Yo puedo escucharte mucho mejor. Por favor, hazlo con más frecuencia.” Aún si tu adolescente te está hablando acerca de nuevos juegos de computadora o un evento deportivo, él esta menos defensivo y capaz de darse cuenta de lo que está haciendo y cómo sé está comunicando con tú, por lo tanto, él puede repetirlo.

Ahora, solo mencionando los mejores comportamientos no asegurará que todos los problemas están resueltos. Recuerda, los niños no van de “F ” a “A” en un solo movimiento pero sí con persistencia, motivación y con el tiempo. Tú encontrarás varias veces en el transcurso de los días en las que tu adolescente está hablando en un tono respetuoso. También, la próxima vez que él esté descontento, comentes después cualquier leve cambio que tú puedes haber notado. Por ejemplo, “Brett, me di cuenta esta mañana cuando estuviste enojado conmigo que no usaste ninguna palabra fuerte. Manténte en ese camino. Tú estas en la dirección correcta.” Tu adolescente no solo escucha lo que tú quieres que él haga sino que no se desmotiva.

Como apoyar un pequeño cambio

  1. Decide que comportamiento es el que a tú te gustaría cambiar, por ejemplo, el niño tiene terribles modales en la mesa, incluyendo limpiarse en las mangas de su camisa a usar las manos en lugar de cubiertos.

  2. Determina el menor signo de cambio, por ejemplo, usar su servilleta o tenedor una o dos veces. (Note: Aquí es donde la mayoría de los padres y maestros fallan. Ellos ponen el nivel de cambio muy alto y esperan por un gran cambio, no un pequeño cambio, como tener buenas modales en la mesa la mayoría del tiempo. Eso es como esperar que tu hijo vaya de una “F” a una “B+”. (No mirar los pequeños cambios será una lección garantizada de desmoralización para tu hijo). También recuerda que, un signo de cambio no tiene que ser un comportamiento que tu hijo no ha mostrado antes. Tu hijo puede haber usado la servilleta o el tenedor. Tú solo quieres aumentar la posibilidad que él lo hará más.

  3. Permítele a tu hijo saber cual es el problema y cual comportamiento eventualmente tú quieres ver. “Cory, a tu padre y a mi nos gustaría ver que tus modales en la mesa mejoren. Nos gustaría ver que usas servilleta y tenedor y que masticas con la boca cerrada.” (Dile a tu hijo lo que tú quieres ver, no lo que no quieres. Sé específico.)

  4. Entonces cae en cuenta del más pequeño cambio del que puedes comentar. “Gracias Cory, veo que usaste tu servilleta” (Aunque solo la haya usado dos veces durante toda la comida).

  5. Otro día, déjale saber a tu hijo en una nota, que tú has visto un cambio positivo, que quieres ver más de esto y que él continúe. “Cory, una vez más, ví que estuviste tratando de usar la servilleta con más frecuencia. También, hubo varias veces que estuviste masticando con la boca cerrada. Tú estas en la dirección correcta; ¡Sigue haciéndolo!

Pequeños cambios se convierten en grandes cambios

Recuerda, grandes cambios son un conjunto de pequeños cambios y esto no ocurre sin bloques de construcción. En el primer ejemplo acerca de Ryan violando su permiso de salir, ¿Qué pudo haber hecho su madre diferente? Primero, ella pudo haber seguido castigándolo por violar su permiso. Apoyar los pequeños cambios no significa que el mal comportamiento siga. Segundo, ella pudo haber notado los pequeños cambios que él mostró como: llevar su celular con él haciendo que su novia lo contestara o llegar una hora y media más tarde en lugar de sus usuales dos horas y media. Reconocer alguno de esos pasos hacia un mejor comportamiento habría conducido a continuar mejorando, aunque lentamente en lugar de su despreciable resentimiento y desmoralización.

Debido a que una mejoría en el comportamiento no ocurre instantáneamente, nosotros inconscientemente, no la alentamos reconociendo los pequeños cambios. Poniendo las metas bajas y subiéndolas con el tiempo, lograremos probablemente un mejor comportamiento de nuestros obstinados jóvenes.