En la preadolescencia, la crianza de los hijos puede convertirse en un reto mucho mayor. De la noche a la mañana, los preadolescentes (de 9 a 12 años) cambian física, emocional y cognitivamente. Los amigos son ahora más importantes que nunca en su esfera, pero también menos predecibles que nunca. ¿Cómo afrontará tu hijo los altibajos de las relaciones con sus compañeros? Y lo que es más importante, ¿saldrá de la preadolescencia gustándole quiénes son? ¿Cómo puedes ayudar a tu hijo preadolescente a enfrentarse a los sentimientos de inadecuación y a prevenir las cicatrices en su ego?

Como psicóloga clínica, llevo 40 años trabajando con preadolescentes y sus familias. Entre los 9 y los 12 años, los preadolescentes se vuelven más autorreflexivos. Empiezan a replegarse sobre sí mismos y a interiorizar algunos comentarios de forma exagerada, mientras ignoran otros por completo. Por suerte, aunque pueda parecer que los amigos de tu hijo son su mundo, los padres pueden desempeñar un papel importante a la hora de ayudar a su hijo a salir de la preadolescencia sintiéndose bien consigo mismo. ¿Cómo? Cuando ayudas a tus hijos preadolescentes a desarrollar una imagen positiva de sí mismos, les ayudarás a ser más resilientes cuando sean adolescentes y adultos. Incluso les ayudará a ser menos vulnerables al estrés cuando crezcan.

Los resultados son magníficos, pero el trabajo puede ser duro en el momento. Supongamos que tu hijo preadolescente te cuenta que su mejor amigo lo está excluyendo. O peor aún, que sufrió una humillación delante de sus compañeros.

Ayudar a tu preadolescente a lidiar con la exclusión

Esta es una situación que puede resultar increíblemente incómoda para un preadolescente: “Mi mejor amiga almorzó con otra y después de clase va a casa de esa chica, no a la mía. Ya no le caigo bien a nadie”.
Esto puede ser desgarrador para un padre. A ningún padre le gusta sentir que su hijo es rechazado. A muchos padres les puede parecer incluso que son ellos los rechazados. Así que respira hondo y deja a un lado tu propia reacción emocional.

Empezar con empatía

Lo primero que puede hacer un padre cuando su hijo expresa preocupación por sus amigos o compañeros es escuchar y expresar empatía. La empatía consiste en comprender los sentimientos del niño desde su punto de vista. Cuando empatizas, debes estar en sintonía con las emociones de tu hijo. En este caso, está disgustado porque se siente rechazado y le preocupa no agradarle a nadie. Podrías decir: “Te sientes rechazado y dolido porque tu amiga no se sentó contigo a almorzar y no quiere salir contigo después de clase. Te preocupa que no le agrades a nadie”. Fíjate en que no le dices a tu hijo que no se preocupe o que todo irá bien en el futuro. Tú no sabes lo que le deparará el futuro y tu hijo también lo sabe.

Lo que sí sabes es que tu hijo tiene ahora una preocupación. Al empatizar, los padres dan a su hijo la sensación de que no está solo. Le demuestran que le comprenden. Esa conexión que estableces con tu hijo preadolescente le ayuda a tranquilizarse y le da fuerzas para afrontar lo que le preocupa. Sabrás que has conectado cuando tu hijo sonría, se le salten las lágrimas, diga algo más o se te acerque para abrazarte. O puede que tu hijo no muestre una reacción inmediata; en cambio, es posible que en los días o semanas siguientes observes signos de que parece más tranquilo, más feliz o con más energía. Una investigación publicada en 2020 en la revista Pediatric Investigation demuestra que la empatía de los padres ayuda al niño a sentirse cómodo expresando sus emociones y reduce el riesgo de problemas de conducta. Además, el apoyo de los padres o tutores es el factor más importante para que un niño sea resiliente cuando se enfrente a la adversidad en el futuro.

Comparte tus experiencias

La empatía es lo primero que un padre puede y debe hacer. Sin embargo, hay tres pasos adicionales que los padres pueden dar para ayudar a su hijo con sus preocupaciones. En primer lugar, si un padre ha experimentado sentimientos similares de rechazo, exclusión o humillación cuando era niño o adolescente, comparte tu experiencia con tu hijo. Es reconfortante para tu hijo saber que otra persona (a la que conoce, quiere y en la que confía) ha tenido sentimientos o experiencias similares. Describe brevemente lo que te ocurrió y espera a ver si tu hijo te pide más información. Pero no lo inventes. Tu hijo se dará cuenta y puede sentirse peor y no confiar en lo que le digas en el futuro. Si no se te ocurre nada, está bien. Continúa con el siguiente paso.

Apégate a los hechos

Si la tienes, comparte cualquier información objetiva que tenga que ver con la preocupación de tu hijo. Esta es una forma de ayudar a tu hijo preadolescente a mantener la perspectiva de lo sucedido. Cuando un niño (o un adulto en realidad) se siente rechazado, a menudo se centra en el rechazo hasta tal punto que pierde la perspectiva. Por ejemplo, cuando los niños se sienten excluidos por un grupo de amigos, puede ser útil recordarle a tu hijo sus relaciones positivas con otros niños, de su grupo de exploradores, un equipo deportivo, una clase de arte, etc. Podrías decirle que los preadolescentes a veces prueban nuevas relaciones y, a continuación, reiterarle que duele ser el excluido. Ten cuidado de no dejar inadvertidamente que tu hijo sienta que su preocupación es “tonta”. No lo es. Solo estás señalando que tu hijo tiene amigos en otras áreas de su vida con los que puede elegir pasar tiempo.

Desarrollar un plan de acción

El tercer paso consiste en desarrollar un plan de acción juntos. Es posible que tu hijo se sienta demasiado angustiado al principio como para discutir alternativas. En algún momento de ese mismo día o al día siguiente, puedes pedirle a tu hijo que piense contigo en distintas opciones. Una podría ser pensar en invitar a otro amigo a casa después de la escuela. Otra posibilidad sería saludar a su antiguo amigo en la escuela y ver si responde y quiere charlar. Si lo hace, será señal de que sigue queriendo ser amigos.

Ayudar a tu preadolescente a lidiar con la humillación en línea o en persona

Otra situación que, por desgracia, es demasiado común es que un compañero publique algo en Internet que humille a tu hijo preadolescente. Puede doler tanto que tu hijo preadolescente quiera evitar estar cerca del niño o del grupo que lo humilló. Con la importancia del internet en la vida de nuestros hijos, la humillación puede suceder en un instante, parecer que surge de la nada y hacer que tu hijo quiera quedarse en casa y no ir a la escuela.

Consideremos el caso anterior, en el que tu hijo se siente rechazado por un amigo. ¿Y si el “amigo” también ha publicado en Internet algo que tu hijo le había compartido en privado? ¿Qué pasaría si tu hija hubiera dicho en privado que no le gustaba estar con chicos y su “amiga” publicara esa información en internet y además dijera que es “una bebé”? Tu hija podría sentirse humillada y no querer ir a la escuela.

El primer paso sería empatizar con lo doloroso que es que alguien que había sido tu amigo publique información privada en Internet y te llame bebé. A continuación, podrías compartir si alguien expuso información privada que fue humillante para ti cuando eras niño. El siguiente paso sería mencionar información objetiva sobre las redes sociales y lo doloroso que es que tu intimidad se vea vulnerada por publicaciones en Internet porque mucha gente se entera de ello. Luego podrías hablar de cómo afrontarlo. Pregúntale a tu hija qué cree que podría ayudarle. Tú también puedes sugerir ideas, como llamar a los padres de la otra niña o hablar con el orientador de la escuela sobre qué hacer. Como humillar por Internet puede ser tan perjudicial, puedes decidir hablar tú mismo con el orientador escolar, aunque tu hijo no quiera. Por lo general, tú quieres que el plan sea colaborativo, pero a veces, como padre, puedes decidir que necesitas actuar. Asegúrate de comunicarle a tu hijo tu decisión. Explícale también que faltar a la escuela no va a servir de nada, porque las preocupaciones de tu hijo solo aumentarán cuanto más evite ver a sus compañeros.

Espero que entiendas por qué las palabras tranquilizadoras del tipo “¡todo va a salir bien!” no suelen ser el mejor enfoque que pueden adoptar los padres. Es probable que los preadolescentes se digan a sí mismos: “Mis padres solo me dicen eso porque quieren que me sienta mejor, pero sé que los demás piensan que soy ______”. Tranquilizar a tu hijo puede dar la impresión de que estás minimizando su preocupación y eso hará que tu hijo se muestre menos dispuesto a compartir sus sentimientos contigo en el futuro. También priva a tu hijo preadolescente de la oportunidad de colaborar contigo para encontrar una forma de resolver su problema y de sentirse orgulloso de sí mismo después. Las investigaciones (2) realizadas en lugares como el University Center for the Developing Child de Harvard han demostrado que la autoeficacia, además de la empatía de los padres, son factores importantes que conducen a la resiliencia.

A través de la empatía, compartiendo tus propias experiencias, hechos relevantes y ayudando a tu hijo a encontrar soluciones, puedes ayudar a tu preadolescente a enfrentarse al drama de los amigos y a ser más fuerte, más seguro de sí mismo y más resiliente cuando entre en la adolescencia.