Llevamos a nuestros hijos a la escuela para que aprendan. ¿Pero sabías que también aprenden mientras juegan?

Los juegos no solo son buenos para el cuerpo de tu hijo, también ayudan a que su cerebro se desarrolle y aprenda.

Al hablar de juegos, no solo nos referimos a los deportes colectivos organizados, ¡y definitivamente no nos referimos a estar frente a una pantalla jugando juegos de computadora o de video! Jugar saludablemente significa asegurarte de que tu hijo use su cuerpo y mente con juegos activos e imaginativos, como jugar a las escondidas, andar en bicicleta, construir con bloques o Legos, simular que es un pirata o una princesa, construir un fuerte y jugar a disfrazarse, que son actividades que los niños hacen naturalmente. Este tipo de juegos desarrollan la capacidad de tu hijo de pensar de forma creativa, usar su imaginación, trabajar en equipo y crear y seguir reglas. Los niños necesitan tener tiempo desestructurado para construir, crear y soñar despiertos.

Se han realizado múltiples investigaciones científicas a lo largo de los años que comprueban que los juegos tienen un papel importante en el desarrollo de los niños y su capacidad para aprender. Así que, ya sea que sean juegos de simulación, deportes, tiempo al aire libre o la hora del receso, ¡deja que los niños jueguen!

A continuación, te explicamos cinco formas en las que los niños desarrollan su cuerpo y mente cuando juegan:

  1. Juegos de simulación

    Ya sea que simulen a dispararle a los enemigos o que jueguen con la casa de muñecas, suceden muchas cosas cuando los niños pequeños usan su imaginación para jugar. Los juegos de simulación activan muchas partes del cerebro, incluyendo el lenguaje, movimiento, emociones y pensamiento. También les ayudan a los niños a entender cómo funcionan las cosas, cuál es su lugar en el mundo y les permiten explorar nuevos papeles. Las investigaciones demuestran que los niños que juegan mucho a los juegos de simulación son mejores procesando el pensamiento complicado (conocido como “pensamiento abstracto”) y son más sociables. ¡Y tú pensabas que solo estaba jugando con muñecas!

  2. Mentes cuadradas

    ¿Jugar con bloques convertirá a tu hijo en un genio de las matemáticas? Pues, eso no es del todo cierto. Pero no hay duda de que jugar no solo es divertido, sino que tiene efectos a largo plazo en el aprendizaje de los niños. En un estudio, los investigadores estudiaron a niños de preescolar que jugaban con bloques y les hicieron seguimiento a esos mismos niños a lo largo de la escuela secundaria. Descubrieron que, ya en la secundaria, los chicos que jugaban con bloques tenían calificaciones más altas en matemáticas. Otro estudio encontró que jugar con bloques (u otros juguetes de construcción) mejora las habilidades de resolución de problemas de los niños.

  3. Juegos de mesa

    ¿En qué ayuda que tu hijo juegue Serpientes y Escaleras o Candy Land? Los juegos de mesa les enseñan a los niños sobre reglas, toma de decisiones, esperar el turno y habilidades sociales. Los juegos de mesa también pueden ayudar a tu hijo a trabajar en importantes habilidades matemáticas tempranas como contar, así como reconocer colores y formas.

  4. La importancia del receso

    Lamentablemente, muchas escuelas están recortando el receso para incluir más horas de clase. Pero los niños aprenden más cuando han tenido la oportunidad de jugar afuera durante el día. Los estudios han encontrado que los niños prestan menos atención a lo largo del día si no han tenido un descanso. Cuando han tenido un receso, se concentran mucho más.

    El receso también les permite a los niños mejorar sus habilidades sociales y de comunicación, al aprender a trabajar juntos mientras inventan juegos y deciden las reglas y aprenden a resolver peleas. Así que no permitas que nadie te diga que el receso es una pérdida de tiempo: ¡es un momento de aprendizaje importante!

  5. Jugar afuera

    Con la televisión, las computadoras y los videojuegos que mantienen a los niños dentro de las casas, muchos se están perdiendo la alegría de subirse a las estructuras de los patios de juegos y árboles, saltar sobre las hojas o simplemente correr al aire libre. Jugar afuera aumenta el rendimiento académico de tu hijo y mejora su comportamiento.

    Los estudios han demostrado que estar afuera también fomenta la imaginación de los niños y reduce su estrés. Sus juegos de simulación se vuelven más intrincados y diversos que cuando simplemente juegan en casa. Incluso cuando ya no juegan a hacer figuras de barro, los niños se benefician de estar afuera.

    Los estudiantes que asisten a escuelas que tienen un componente al aire libre tienen mejores calificaciones en habilidades de pensamiento crítico, matemáticas, lectura y comportamiento. Además, los chicos que no han tenido tiempo suficiente al aire libre tienden a no salir muy bien en ciencias en la universidad. Así que, aun si vives en la ciudad, lleva a tus niños a un parque o patio de juegos cercano para que puedan jugar regularmente al aire libre.

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