Cuando mi hijo era pequeño, era gracioso y cariñoso. Tenía un millón de preguntas y le encantaba hacerlas. Era tímido con las personas que no conocía bien, pero era locuaz y entretenido con amigos cercanos y familiares. Había muy poco que no supiera sobre su día, sus sueños, sus amigos y sus ambiciones. Éramos compañeros.

Y luego llegó la escuela intermedia. Primero se hizo más alto y torpe, y comenzó a oler como un adolescente. Esperaba esos cambios. Pero no esperaba que su personalidad cambiara. A los 14 años, mi hijo que antes era dulce y conversador ahora era solo silencio. Respondía lo más breve posible a lo que se le preguntaba y no hacía preguntas. Rara vez salía de su habitación. Y cuando lo hacía, estaba taciturno y distante. En resumen, representaba a cabalidad lo que implica ser un adolescente varón. Eso me asustaba. ¿Por qué los adolescentes varones dejan de hablar? ¿Era su silencio un indicador de que estaba a punto de estallar?

Resulta que ni el comportamiento de mi hijo ni mis preocupaciones al respecto eran inusuales.

Las hormonas y los silencios

“Guardar silencio ha sido la respuesta de los chicos que han llegado a la pubertad desde que la especie se desarrolló”, me dijo Miles Groth, profesor de psicología en Wagner College y autor del blog Boys to Men en la revista Psychology Today. “No es nada nuevo”, agregó. “No está relacionado con nuestros tiempos o eventos actuales”.

A esa edad, señaló, los chicos están pasando por muchos cambios físicos. “Son muy conscientes de sí mismos, examinando cómo son percibidos por los adultos, sus compañeros y miembros del sexo opuesto, o en algunos casos del mismo sexo”, dice Groth. Esa autoconciencia los hace menos propensos a querer hablar.

La escuela intermedia marca el comienzo de la adolescencia para la mayoría de los chicos, y una inseguridad social resultante”, dice el Dr. John Duffy, autor de The Available Parent: Expert Advice for Raising Successful, Resilient, and Connected Teens and Tweens. “Cuanto menos hablen mejor. Corren menos riesgo a ser ridiculizados. De esta manera, el silencio es un mecanismo de defensa”.

Si bien los preocupados padres podrían naturalmente imaginarse escenarios catastróficos como lo hice yo, lo más probable es que el silencio de un chico adolescente sea normal. Es solo un síntoma de los masivos cambios físicos y mentales causados por la pubertad. “La mayoría de los chicos supera esta fase casi ilesos”, dice Duffy. “Desde el punto de vista de los padres puede ser desalentador y aterrador, ya que el silencio puede interpretarse como aislamiento, o incluso depresión. Está pendiente de tu hijo en edad de escuela intermedia y asegúrate de que esté bien. Pero ten en cuenta que, desde el punto de vista del desarrollo, su silencio probablemente esté dentro de la norma”.

Las adolescentes pueden a menudo hablar libremente, compartiendo sus emociones, pero los adolescentes varones de su edad no pueden, porque ciertas regiones específicas de la corteza prefrontal se desarrollan más lentamente en los chicos que en las chicas. En lugar de reconocer y articular sus sentimientos, un chico adolescente se queda callado, sus emociones están atrapadas y controladas por su amígdala reptiliana.

Incluso si un chico adolescente está en contacto con sus sentimientos, expresarlos verbalmente probablemente transgrede el código de masculinidad estoica que ha adoptado o está tratando de adoptar. Un artículo de 2023 en la revista Psychology of Men & Masculinities titulado “It might be nice to be a girl… Then you wouldn’t have to be emotionless” examina la conmovedora situación de 55 chicos confinados a las expectativas estoicas de la masculinidad.

Las breves respuestas de mi hijo son típicas de muchos chicos a medida que se convierten en hombres, dice Katey McPherson, directora ejecutiva de The Gurian Institute y coautora del libro Why Teens Fail: What To Fix. “Las mujeres tienen más tejido conectivo entre el lado derecho e izquierdo del cerebro”, observa. “Procesamos el lenguaje mucho más rápido que los hombres. Creo que las mujeres abruman a los chicos con tantas palabras”.

En vez de dejarnos abatir por el miedo ante este cambio normal en el comportamiento de muchos chicos, Groth sugiere que comencemos a ver lo que está bien. ¿Tu hijo tiene pasatiempos? ¿Disfruta socializar con amigos? ¿Muestra interés en interactuar con el mundo? Si la respuesta es sí, es una buena señal de que su nuevo estilo monosilábico de hablar es normal.

Por supuesto, esta información puede ser difícil de obtener si él no habla. Pero tal vez no es que no quiera hablar, sino que su crisis hormonal actual se lo impide, especialmente cuando se enfrenta a una mamá bombardeándolo con preguntas. “Llévalo a dar un paseo”, sugiere McPherson. “Lánzale una pelota. Hazlo moverse. Y hazle una o dos preguntas a la vez”.

Dado que las conversaciones francas y largas pueda que no sucedan por un tiempo, otra forma de mantenerse informado es involucrarse en su vida en línea. Los padres siempre deben prestar atención a cómo sus hijos usan X (anteriormente Twitter), TikTok, YouTube, Instagram y otras plataformas sociales porque ahí es donde se desarrollan las vidas de los adolescentes. Pregúntale qué es lo más interesante en r/teenagers, o que te muestre la aplicación que sus amigos están usando últimamente, o vean algo gracioso en TikTok. Aprenderás sobre él mientras aprendes sobre sus hábitos en las redes sociales.

El lado oscuro del silencio

Si tu hijo se aleja de sus compañeros, expresa desesperanza o está usando o abusando de sustancias, esos son signos de que es hora de prestar atención y buscar ayuda. “Alguien que está callado y pasa mucho tiempo a solas no necesariamente está deprimido”, explica Groth. “Esa persona podría ser muy seria y reflexiva. Una persona deprimida siente que no hay salida. Se siente atrapada, siente que no hay solución a su problema, que nada va a arreglar su situación”.

El doble de las chicas experimentan depresión en comparación a los chicos, pero los estados de ánimo oscuros de los chicos podrían pasar desapercibidos porque es más probable que se callen y no compartan sus sentimientos. “La tasa de suicidios en adolescentes varones es 4 veces mayor que en las chicas”, dice Groth. “El que tu hijo no hable contigo es bastante normal. Pero me preocuparía si tampoco está hablando con sus compañeros o cualquier otra persona”.

Mi hijo finalmente salió de su silencio. Fue un camino largo y preocupante lleno de señales de que estaba experimentando pensamientos oscuros y depresión. Amenazó con suicidarse, se alejó de sus amigos y se escondió en su habitación. Tomé sus amenazas en serio y le conseguí ayuda. Atravesamos todo el proceso juntos. Ambos cometimos errores. En todo el proceso le dejé claro que era amado y que no era el primer adolescente en sentirse de esa manera. Finalmente se recuperó de la misma manera en que alguien se recupera de una larga y tortuosa gripe. Ahora, a los 20 años, mi hijo es una vez más conversador, locuaz, gracioso y está dispuesto a compartir sus sueños y observaciones. Nuevamente somos compañeros solo que ahora él puede conducir cuando salimos.