A partir de los 7 años, Andrew* comenzó a contar la historia de las dificultades que atravesó para entender y manejar su problema de aprendizaje e identificar sus fortalezas y talentos. Con la ayuda de sus padres y de sus maestros, nos ha mantenido informados de su progreso en cada año escolar. Su diario narra el paso de un niño a través de escuelas públicas y privadas, el sistema de educación especial y las lecciones que ha aprendido en el proceso.

* Se ha omitido el apellido de Andrew para garantizar la confidencialidad.

Segundo grado: descubriendo mi dislexia

Soy disléxico. Nací así. Tener dislexia no es muy divertido que digamos.

Muchas personas inteligentes son disléxicas. Entre los famosos que la padecen se encuentran Charles Schwab y John Chambers, quien dirige una importante compañía de internet.

Mi desempeño en primer grado dejó mucho que desear. Me costaba leer. Eso me hacía enojar. En primer grado, los niños se burlaban de mí. Me sentía muy triste.

Cuando tienes dislexia es más difícil quedarse callado en una discusión. En primer grado, discutí con la maestra. Era por la palabra “bot”. La maestra decía que esa palabra no existía. ¡La buscó en el diccionario y sí existía! Me sentí muy feliz. (Bot: programa que imita el comportamiento humano).

Mis padres me llevaron a la Universidad de California, San Francisco, para que Barbara me hiciera unas pruebas. Ella dijo que los adultos debían enseñarme las palabras durante la lectura. Yo era capaz de resolver acertijos de sexto grado que otros niños no podían. Era inteligente, pero creía lo contrario porque tenía problemas con la lectura.

Las cosas han mejorado en segundo grado. La lectura es más divertida. Ya no estoy tan enojado.

Soy un corredor veloz. Se me dan muy bien las matemáticas. Estoy mejorando en la lectura. Te enterarás del resto en tercer grado.

“Desde el principio, la madre de Andrew y yo notamos que nuestro hijo poseía una inteligencia excepcional… También notamos que parecía ser más impulsivo que otros niños de su edad… y nos daba la impresión de que nunca prestaba atención. En primer grado, Andrew era el ‘niño nuevo’ en su escuela pública. Mientras más lo excluían los otros niños, más intentaba llamar la atención con su mala conducta. Lo inscribimos en una escuela privada donde [con refuerzos positivos de su maestro, su madre y míos], su conducta mejoró. Sin embargo, su progreso [académico] no era muy distinto al de la escuela pública, así que lo sometimos a una evaluación. Descubrimos que era brillante y también disléxico. En segundo grado, hubo cambios positivos. Andrew trabajó con su maestro y un especialista educativo para desarrollar las herramientas que le permitieran mantenerse concentrado en las tareas. Con ayuda, lograba superar la jornada escolar”. (Padre de Andrew)

Tercer grado: más lectura, menos burlas

¿Recuerdan que en segundo grado leía libros cortos y me sentía triste porque se burlaban mucho de mí? Y a causa de todas las burlas, siempre estaba enojado.

Pues ahora me va mucho mejor. Estoy en tercer grado y todo se ha hecho más fácil porque las cosas han cambiado. He mejorado en la lectura en comparación al año pasado y ya no recibo tantas burlas.

Soy un poco más organizado, pero sigo teniendo algunas dificultades, como las pruebas de ortografía. Me siento un poco excluido porque veo que otros niños lo hacen mucho mejor que yo, pero estoy satisfecho con mi trabajo.

“Como estudiante de tercer grado, Andrew avanzó mucho. Como padres, tuvimos el desafío de ayudarlo a canalizar su carácter juguetón de manera productiva. Seguía teniendo problemas de ortografía, pero su vocabulario de lectura aumentó y comenzó a leer libros con capítulos. Jugaba con amigos, se unió a los lobatos scouts y participaba en actividades deportivas”. (Padre de Andrew)

Cuarto grado: volviéndome más organizado y seguro de mí mismo

Como ya les conté, mi nombre es Andrew y sigo siendo disléxico (¡obvio!). Ya estoy en cuarto grado y fui transferido a una nueva escuela, Farallone View Elementary.

Mi nueva escuela es fantástica, pero al principio fue difícil porque a los niños les encanta molestar a los recién llegados. Pero es igual en casi todas las escuelas. Los niños que acosan a otros suelen meterse en muchos problemas. Así que me limito a no prestarles atención e intento mantener la distancia. Cuando se burlan de mí, simplemente me alejo e intento no llorar porque de lo contrario las burlas seguirán.

He mejorado en lectura y escritura, y ahora estoy aprendiendo a escribir en cursiva. Mi asignatura favorita son los estudios sociales por su formato interactivo. Puedo hacer muchos dibujos y aprender sobre otras personas y lugares. Mi mes favorito del año es el Mes de Historia Afroamericana, donde tenemos la oportunidad de leer sobre Martin Luther King Jr. y otros grandes líderes afroamericanos.

En el primer trimestre no me fue muy bien en matemáticas porque olvidé entregar la tarea. En el segundo trimestre, ¡lo hice mucho mejor porque recordé entregar la tarea! El truco fue anotar la asignación en mi agenda de scout. Cuando terminaba la tarea, la guardaba dentro de un bolsillo especial de plástico en mi carpeta, para no olvidar entregarla al día siguiente. Muero de ansias por saber cómo lo hice en el tercer trimestre.

Solía pensar que era tonto porque no me iba bien en todo lo relacionado a la lectura y escritura. Muchas personas me han ayudado, como mi mamá, mi papá y mi hermano Will. Y Barbara, que me ayuda porque es mi tutora y la conozco desde que tenía 6 años. Barbara descubrió cómo ayudarme. Ella sabía que no era tonto y me lo hizo saber, pero al principio no le creí.

En Navidad, mi tía Lou y mi tío Billy me regalaron la colección de libros de Harry Potter. No creí ser capaz de leerlos. Pero una noche antes de irme a dormir, ¡abrí uno y no pude dejar de leer! A veces leo hasta la medianoche, pero por lo general mis padres no lo saben. Me encanta leer todo tipo de libros, pero mis libros favoritos son los de Harry Potter.

Para quienes me están leyendo ahora mismo, recuerden probar cosas nuevas en todo momento. Yo nunca creí que podría leer Harry Potter, y en efecto así fue al principio. Pero seguí intentándolo y ahora puedo hacerlo. Lo importante es no rendirse, seguir intentando, esperar un año y creer que eres capaz de lograr lo que te propongas.

Quinto grado: cerrando con broche de oro

Vaya, estoy en quinto grado y he escalado hasta lo más alto de la jerarquía de Farallone View Elementary School. ¡Creo que podría acostumbrarme a esta vida! Pasé de ser un estudiante con dificultades a uno aplicado y seguro de sí mismo, y no podría sentirme mejor sobre mí mismo. He avanzado mucho en la escuela y ahora siento que no tengo que ocultar o inventar cosas para ser genial.

Me encanta la escuela porque es muy divertida, pero sigo teniendo que esforzarme mucho, sobre todo porque tengo dislexia. Mi letra ha mejorado mucho, pero sigue siendo un asunto desafiante para mí. Ahora soy más organizado, pero sigo viendo a mi tutora, sobre todo en lo relacionado a la ortografía porque sigo necesitando ayuda. Cuando no estoy en la escuela juego baloncesto, participo en actividades de los boy scouts o juego Yu-Gi-Oh, Magic the Gathering y El Señor de los Anillos.

Recuerdo cuando no me gustaba leer, pero había libros por doquier y las personas querían que leyera. Aún recuerdo que en la escuela primaria no podía leer palabras simples como “los” y “con”. Nunca creí que podría leer. ¡Ahora me encanta hacerlo y puedo leer El Señor de los Anillos y Harry Potter!

Contar la historia de mi travesía me generó una sensación desagradable al principio, porque no podía leer. Pero cuando comencé a escribir, y a medida que seguí escribiendo, me sentí mejor. Cada vez que terminaba de escribir un capítulo, me sentía mejor respecto a mis habilidades de lectura y escritura.

Anticipándome a la escuela intermedia

A medida que pasan los días, más pienso en mi transición a la escuela intermedia del próximo año. Pienso en lo positivo y en lo negativo. Me asusta un poco el hecho de ir a la escuela intermedia y espero que los rumores que he escuchado no sean ciertos. También espero tener buenos maestros. Me pregunto cómo serán mis amigos y las personas que voy a conocer. Mi objetivo para la escuela intermedia es hacer lo mejor que pueda y esforzarme al máximo. Tengo mil preguntas como “¿Por qué separan a los estudiantes de sexto grado de los de octavo grado?” y “¿Usaremos los mismos recursos de cuarto y quinto grado?”.

Ahora pasaré a sexto grado. Antes de marcharme de la escuela primaria, me gustaría agradecer de manera especial a mi maestro de cuarto y quinto grado, el Sr. DeNault, a mi maestro especialista en recursos, el Sr. Garvey, a mi director, el Sr. Bachicha y por supuesto a Barbara Whittenton, mi tutora. De no ser por todas estas personas (sobre todo Barbara y mis padres) no habría llegado tan lejos.

Sexto grado: acostumbrándome a la escuela intermedia

Cuando mamá me preguntó qué era lo más desafiante de la escuela secundaria, le respondí: “Todo… hasta que te acostumbras”. ¡Es difícil tener varios maestros, llevar el control de la tarea para seis clases distintas y lidiar con los acosadores!

Uso un planificador para llevar el registro de mis cosas (en mi escuela le llaman agenda). Resulta útil porque está pensada para que escribamos las asignaciones todos los días, pero el problema es recordar hacerlo. Lo más frustrante es que a veces mis calificaciones eran malas no porque no entendiera el trabajo, sino porque no entregaba la tarea. Eso me hace sentir mal, y cuando mis calificaciones bajan, mis padres limitan mis pasatiempos.

Ahora anoto mis asignaciones, les pido a los maestros que las verifiquen y posteriormente entrego la tarea. Estoy más preparado, así que estoy teniendo un desempeño muy superior. Varios de mis maestros han sido muy amables y serviciales. Cuando les cuento mis problemas, muchas veces me dan buenas ideas.

“Estamos muy orgullosos de Andrew y de su esfuerzo y dedicación. Nos sentimos muy agradecidos con todos los adultos que han ayudado a nuestro hijo a abrirse paso en un mundo desconcertante de palabras escritas”. (Padre de Andrew)

Tras haber recibido un programa de educación individualizada (IEP, por sus siglas en inglés) en cuarto y quinto grado, mis padres y yo decidimos cambiarlo por un Plan de la Sección 504 en sexto grado. Pero a mediados de enero estaba teniendo graves problemas en mis clases — incluso en matemáticas, que siempre había sido mi mejor asignatura —. Por lo que supimos que el Plan 504 no era suficiente. Restablecimos mi IEP, lo que redujo mis tareas lo necesario para permitirme tener éxito una vez más. Al principio me sentí un poco inseguro respecto a tener un IEP, pero luego descubrí que muchos de los niños populares también lo tenían.

Unos amigos que conocía desde la escuela primaria me abandonaron en sexto grado para juntarse con los niños “cool” de octavo grado. Eso me dolió mucho, sobre todo porque les contaron a los de octavo sobre mi dislexia y se burlaron de mí. Pero logré hacer nuevos amigos y también renové algunas amistades del pasado.

Hay muchos acosadores en mi escuela, pero supongo que ocurre lo mismo en otras escuelas. Los acosadores hacen cosas crueles y estúpidas como golpear a las personas y burlarse de ellas. Descubren tus debilidades y las usan para burlarse de ti. Son fáciles de detectar, pero no es fácil alejarse de ellos, porque una vez sepan quién eres, vendrán por ti. Creo que el motivo por el que los acosadores actúan de la manera en que lo hacen es porque probablemente cargan con muchos problemas propios que no saben cómo manejar. Creo que en el fondo muchos acosadores quieren ser amigables, pero han olvidado cómo hacerlo.

En resumen, el sexto grado ha sido bastante bueno. En cuanto dejé de culpar a los demás por mis acciones y comencé a asumir la responsabilidad de mis actos, las cosas han mejorado. Aprender cómo funciona la escuela intermedia fue como emprender un viaje a un lugar desconocido. El viaje de ida parece más largo porque tienes que memorizar todo el paisaje y las señales que veas a lo largo del camino. A veces tomas el camino equivocado. Pero el camino de regreso parece más sencillo porque ya estás familiarizado con el entorno. Creo que el séptimo grado será más sencillo porque ahora entiendo el sistema.

Séptimo grado: nueva escuela, nuevo diagnóstico

Ya he mencionado que cada año escolar se hace más sencillo para mí. Pero este no fue el caso en la primera mitad de séptimo grado. Comencé el año escolar en una escuela grande donde había peleas todos los días y los estudiantes no se esforzaban en sus clases. A mitad del año me cambié a una escuela especializada en un pueblo cercano. Para ingresar a mi nueva escuela, necesitas destacarte por tus calificaciones en las pruebas o por tu coeficiente intelectual. Mi coeficiente intelectual era mi boleto de entrada, ¡pero tenía que aferrarme a él para quedarme! Las clases son más pequeñas en la nueva escuela, así que los maestros me prestan mucha más atención. Además, los estándares académicos son mayores y el proceso de enseñanza tiene un ritmo más acelerado. A pesar de ello, tuve un mejor desempeño que en mi vieja escuela. Puede que te preguntes cómo es posible. ¡Déjame contarte cómo!

  • Primero, descubrí que tengo TDA (lo cual no me sorprendió en lo absoluto). Tras comenzar el tratamiento, mejoré muchísimo casi de inmediato.
  • Segundo, me dieron una laptop porque mi letra era ilegible. Podía escribir todo en mi laptop durante las clases y posteriormente (gracias a mi IEP) se me permitió entregar mis tareas un día después. De esa forma podía llevarme la laptop a casa, revisar mi trabajo, corregir mi ortografía e imprimirlo antes de entregarlo.
  • Tercero, el trabajo es más desafiante porque despierta más mi interés que el de mi escuela anterior.

Hay algunos problemas (efectos secundarios) con los medicamentos que tomo para mi TDA. Mi apetito ha disminuido y he tenido muchos problemas para dormir por las noches sin importar la hora a la que me vaya a la cama. Pero durante el día las pastillas me ayudan a mantenerme activo (y menos enojado o gruñón). Los medicamentos me ayudan mucho a prestar atención. Cuando comencé el tratamiento para el TDA, los efectos secundarios no eran muy de mi agrado, pero ahora la diferencia resulta evidente si olvido tomar la medicina algún día. Si ahora mismo el doctor que me receta el tratamiento sugiriera que tome un descanso o reduzca la dosis le diría: “¡Ni loco!”.

He hecho amigos en mi nueva escuela. Creo que uno de los motivos por los que ahora me resulta más sencillo hacer amigos es porque comencé el tratamiento, lo que me hace menos hiperactivo y facilita que la gente se acerque a mí, así que logro llevarme mejor con las personas. Ahora no tengo miedo de decir que tengo TDA. Resulta que algunos de mis nuevos conocidos también tienen TDA. No sé por qué, pero cuando conozco a otras personas con TDA solemos congeniar muy bien.

El consejo de Andrew para los padres

Incluso si tienes una leve sospecha de que tu hijo tenga TDA o TDAH, somételo a una evaluación, porque al final su vida podría mejorar muchísimo. Además, recomiendo que, si tu hijo es disléxico como yo, también le hagas pruebas de TDA o TDAH porque un porcentaje bastante alto de niños con dislexia también padece TDA o TDAH.

La primera mitad de mi año escolar en séptimo grado fue como escalar el Monte Everest, pero la segunda mitad fue mucho más sencilla (con uno que otro revés en el camino). Espero con ansias escribir la continuación de mi historia el próximo año.

La transición a una nueva escuela intermedia

Ser transferido a otra escuela intermedia fue una excelente decisión. En mi nueva escuela, todos son aceptados por igual. Aunque las actividades eran más difíciles, mi trabajo y mis calificaciones mejoraron. Lo único que necesitaba era un mayor desafío. Mi confianza se disparó y me sentía listo para enfrentar al mundo, creyendo que nada era imposible para mí.

El verano pasado escribí sobre algunos de los problemas que experimenté con los efectos secundarios de los medicamentos que tomo para controlar mi TDAH. Pues, tengo buenas noticias: Este año escolar comencé a tomar un medicamento distinto (que no es estimulante) y una dosis de un estimulante (de corta duración) en la mañana y otra en la tarde para ayudarme a lo largo del día. Dejé de perder peso y ya no tengo problemas de insomnio por las noches. ¡La combinación funcionó!

La perspectiva de Andrew

Poco después de haberme transferido a mi nueva escuela intermedia, hice algunos amigos. Casi al mismo tiempo de mi ingreso a la escuela, llegó otro estudiante —un chico cuyos problemas eran mucho peores que los míos —. Ahora me doy cuenta que el motivo por el que me aceptaron tan rápidamente fue porque las personas notaban los problemas de ese chico en vez de los míos.

Todas las cosas [negativas] que hacía ese estudiante, yo recordaba haberlas hecho al menos una vez. Me recordó cómo solía actuar en el pasado. Pero nunca alcé la voz para defenderlo porque tenía miedo de que las personas se enteraran de mis propios problemas.

Y resulta que lo único que el chico necesitaba era un poco de aceptación y él se encargaría del resto. Ha cambiado y le está yendo mucho mejor. Aprendí a aceptarlo como todos los demás, pero ahora desearía haberlo aceptado antes. Esta es mi manera de decirle: “Lo siento. Ahora sé quién eres realmente”.

Rumbo a la escuela secundaria

Mis padres y yo investigamos mucho para encontrar la mejor escuela secundaria para mí. Nos decidimos por una escuela secundaria privada que tuviera un buen programa académico y que entendiera a los niños con problemas de aprendizaje y atención como los míos. (Créanme, mis padres se aseguraron de que la escuela ofreciera más que palabras bonitas; ¡sí que cumplen!)

Ya que mi escuela secundaria es privada, y no pública, no tengo un IEP o un Plan 504. Pero todo el personal docente ha sido capacitado para entender a los niños con dificultades de aprendizaje. Trabajarán conmigo para determinar las adecuaciones que necesito para tener éxito. Me parece genial que ofrezcan cursos de verano para niños en su programa de especialista en recursos (RSP, por sus siglas en inglés), a los cuales asistiré este verano. Ya estoy conociendo a otros niños que comenzarán la escuela secundaria conmigo en otoño.

Tengo muchas ganas de participar en los deportes de escuela secundaria (como béisbol y fútbol americano), conocer nuevas personas y aprender cosas nuevas. Estoy un poco preocupado por tener que prestar atención durante los períodos de clase (¡que duran 80 minutos!), pero lo resolveré.

La única cosa que mi escuela secundaria no ofrece y que me gustaría es un taller mecánico, ya que me encanta el trabajo práctico en el área de la mecánica. Pero tengo suerte, ya que mi vecino, Pete, tiene su propio taller y me ha estado enseñando a usar el equipo. Supongo que podría decirse que es como mi mentor.

Primer año de escuela secundaria: lecciones aprendidas

Mi primer año en la escuela secundaria fue duro en ocasiones, pero después de todo terminó de forma satisfactoria. La escuela cumplió su promesa de brindar una buena educación y entender a los niños con dificultades de aprendizaje y atención. También tienen estándares altos, aunque están dispuestos a trabajar con niños que tengan problemas académicos. ¡Pero aprendí a las malas que depende de mí aceptar (y aprovechar) la ayuda que me ofrecen!

Primero, las buenas noticias: Cuando aún no iniciaba la escuela secundaria, me preocupaba que los períodos de clase, que duran 80 minutos, fueran demasiado intensos (o aburridos). Resulta que no tuve problemas con los períodos de clase más largos, pues estos brindan más tiempo para que el estudiante se involucre con el tema y el trabajo.

Hice muchos amigos enseguida, a pesar de que la escuela queda lejos de mi vecindario. (Me ayudó haber conocido a algunos niños en la escuela de verano del RSP el año pasado).

Tuve buenas calificaciones en matemáticas este año, pero mi clase favorita fue Educación Física. Mi sueño de unirme al equipo de fútbol americano se hizo realidad. También fui aceptado en el equipo de atletismo.

Ahora las noticias no tan buenas: Mis calificaciones se desplomaron en la primera mitad del año escolar. Mi GPA bajó tanto que me prohibieron jugar fútbol americano. Estaba en un período de prueba académica. Mi conducta (estar de bromista y holgazán) en ciertas clases tampoco me ayudaba mucho. Mis padres NO estaban contentos.

Finalmente me di cuenta que dependía de mí esforzarme, ir al club del RSP que ofrecían después de clases y aceptar la ayuda disponible. En cuanto adopté esa actitud, mi GPA mejoró y me libré del período de prueba académica. De no haber alcanzado los requisitos, no me hubieran aceptado el próximo año en mi escuela (privada). Fui elegido para competir en el equipo de atletismo en primavera, pero decidí no hacerlo, porque no quería distracciones ante todo el esfuerzo que tenía que hacer para mantener buenas calificaciones. Todos los entrenadores son comprensivos con los niños que tenemos que ir al club del RSP. De hecho, ¡uno de nuestros entrenadores es el maestro del RSP!

Mi consejo para otros adolescentes que comienzan la escuela secundaria: Sin importar cuánto intenten ayudarte tus padres y maestros a tener éxito en la escuela, depende de ti hacer el trabajo y tener la actitud correcta. Mis consejos:

  • Comienza con fuerza y esfuérzate.
  • Desarrolla buenos hábitos de estudio.
  • No tengas miedo de pedir ayuda.

Mi tratamiento: un cambio con buenos resultados

A mediados de mi primer año de escuela secundaria, cambié de tratamiento para controlar el TDAH. Comencé a tomar Focalin®, el cual es más efectivo para mí. Cuando tomo Focalin, no me siento tan hiperactivo y mi apetito mejora, así que he crecido mucho este año. La diferencia es muy visible cuando no la tomo.

Genio mecánico

El padre de Andrew nos contó algunas de las aficiones de su hijo, las cuales demuestran su habilidad para la mecánica. (Andrew es demasiado modesto para mencionarlo). Recientemente, Andrew recolectó varias laptops Mac que estaban siendo donadas. Tras desarmar las laptops, volvió a ensamblar las partes funcionales para crear una computadora operativa de uso personal. También repara y modifica los motores de scooters Go-Ped, consultando con otros entusiastas de la reparación de motores por internet.

Segundo año de escuela secundaria: viento en popa

En este año escolar (de principio a fin) lo pasé mucho mejor que en mi primer año de escuela secundaria, tanto en la escuela como en mis aficiones y actividades externas. Logré mantener buenas calificaciones durante todo el año y terminé aprobando. No pude practicar ningún deporte porque intenté concentrarme en mis calificaciones y logré mantener a mis padres satisfechos con los reportes de los maestros.

Logré meterme en menos líos que en el primer año y me sentí más integrado a la escuela. También hice buenos amigos en la escuela.

En el aula de clases

Como de costumbre, me fue bien en matemáticas, pero pasé sin pena ni gloria en inglés. Admito que a veces fantaseaba en clases, pero en general me esforcé mucho más este año —y se notó—. Este año opté por Lenguaje de Señas Americano (ASL, por sus siglas en inglés) en vez de un idioma extranjero, ya que ASL es un buen sustituto para los que tenemos dislexia. Es genial porque tengo un amigo sordo fuera de la escuela y puedo comunicarme con él mediante señas.

Algo que me molesta es cuando los maestros les dicen a mis padres que estoy muy involucrado en las discusiones en clase y que soy una influencia positiva, pero aun así tengo problemas en clase por la estructura de la tarea o la organización de los diarios (los cuales entregamos cada dos meses). He mejorado en algunos sentidos, pero sigo teniendo problemas con muchas de las mismas cosas en las que he estado trabajando desde el principio.

Los consejos de Andrew para los estudiantes de escuela secundaria:

  • Forma alianzas con tus maestros. Eso puede salvarte cuando estés en problemas.
  • Empieza el año con fuerza, de manera que tengas algo de lo que depender más adelante. No te conviene holgazanear al inicio del semestre para luego tener que intentar aumentar tus calificaciones.

Un pasatiempo productivo: los scooters Go-Ped

Este año llevé a otro nivel las carreras y la fabricación de motores de scooters Go-Ped. Dediqué la mayor parte de mi tiempo libre a la venta y reparación de motores Go-Ped. ¡Algunas personas han conducido 50 millas para que les repare sus motores! Al parecer, tengo un talento instintivo para saber cómo ensamblar y reparar motores y otras partes, pero también investigo mucho e intercambio información con otras personas de la comunidad de Go-Ped. Es muy divertido, pero también es mucho trabajo. Mis padres han limpiado una sección grande del garaje para que pueda instalar mi taller ahí.

En fin, ¡estoy emocionado y preparado para iniciar mi penúltimo año de escuela secundaria y convertirme en un estudiante de cursos superiores!

Penúltimo año de escuela secundaria: un acto de malabarismo

Cuando Andrew se unió al equipo de fútbol de la escuela en su penúltimo año de escuela secundaria, no solo agregó horas de práctica a su horario semanal, sino que también tenía que mantener su GPA para permanecer en el equipo. “Tuve que buscar el equilibrio entre las actividades académicas y las extracurriculares”, explica. “Aproveché los servicios del RSP en la escuela, haciendo la tarea durante el almuerzo o después de clases cuando necesitaba apoyo”.

“Practicamos y competimos todo el año”, relata Andrew. Disfrutaba del deporte, de su equipo y de su entrenador, pero hacer malabares con la escuela, el fútbol y su negocio en ciernes (los scooters Go-Ped) terminó por aumentar su ansiedad y darle algunas noches de insomnio. (Debido a que Andrew es un solucionador de problemas por naturaleza —y almacena mucha información en su mente— en ocasiones tiene problemas para reducir el “parloteo mental” a la hora de dormir). Con la ayuda de sus padres y su doctor, se concentrará en administrar su tiempo y priorizar sus actividades durante el último año de escuela secundaria.

Un joven empresario

Siendo un joven extrovertido con muchos amigos, Andrew es abierto respecto a su dislexia y TDAH. “Quiero que otras personas entiendan que quienes padecen estos trastornos experimentan dificultades, pero también pueden tener vidas equilibradas”, explica. Su actitud espontánea fue la mejor publicidad para su negocio de reparación de Go-Ped.

Sentado en su taller de Go-Ped en el garaje de su familia, Andrew me muestra cómo repara o modifica las unidades gastadas de los scooters para potenciarlas. Entusiastas de la reparación de motores de todo el país le envían sus unidades para que las repare. Con orgullo, usa su ropa de carreras: una camiseta negra con las letras “TDAH” estampadas en el pecho.

“Este año pasé menos tiempo conduciendo mis propios scooters y más tiempo construyendo y reparando unidades de mis clientes”, explica. “Escuché sobre dos pilotos de Go-Ped al sur de California y decidí patrocinarlos arreglando sus scooters gratis”. Los pilotos, a cambio, usaban la camiseta distintiva de Andrew cuando competían.

Este verano, Andrew se inscribió en una clase de mecánica automotriz en la universidad comunitaria local, pero descubrió que ya sabía “gran parte de los fundamentos básicos” —lo que demostraba su habilidad para la mecánica—. Como joven emprendedor, también ha aprendido que dirigir un negocio exige de una elaboración de presupuestos, planificación y administración de tiempo — habilidades que le conviene desarrollar en los años por venir —. Sin embargo, ¡sus técnicas de marketing son ingeniosas y efectivas!

¡Último año de escuela secundaria!

¿Qué espera Andrew de su último año en la escuela secundaria? “El último año será una combinación de clases académicas rigurosas y algo de diversión. Las clases centradas en escribir, como inglés e historia, siguen siendo difíciles para mí, pero las matemáticas se me dan de forma natural”. Quiere cursar estadística o cálculo. Y, por supuesto, seguirá aprovechando los servicios del RSP cuando los necesite.

Jugar en el equipo de fútbol de la escuela secundaria también está en la lista de deseos de Andrew para su último año. La buena noticia es que el equipo de la escuela secundaria solo juega en otoño, lo que aliviará su carga durante el semestre de primavera.

La vida después de la escuela secundaria

Ya que a Andrew le ha costado tanto lidiar con la lectura de escuela secundaria, el trabajo en clases, los proyectos, las tareas y las pruebas exigidas semana tras semana, sus padres y él coinciden en que asistir a una universidad de cuatro años el próximo año no es una meta razonable. A medida que madure, puede que la universidad tradicional le resulte más atractiva. Pero de momento, con su estilo de aprendizaje práctico y su talento innato por la mecánica y las matemáticas, es probable que prospere en una universidad comunitaria o en un entorno de capacitación profesional.

Los padres de Andrew buscan “orientarlo, pero no dirigirlo” mientras él planea su futuro. Entienden y respetan a Andrew por lo quien es y no lo obligarán a vivir un futuro que no encaja con su personalidad. En muchos sentidos, Andrew es excepcionalmente maduro y perspicaz. A pesar de ello, sus padres y él también saben que (como muchos adolescentes con dislexia y/o TDAH) tiene mucho que aprender sobre habilidades cotidianas antes de estar preparado para irse de casa.

Buscar el equilibrio entre una vida de actividades académicas, atléticas y empresariales puede presentar desafíos. Pero tomando en cuenta todo lo que ha logrado hasta ahora, Andrew parece tener un futuro brillante por delante.