El currículo (las lecciones, textos y experiencias de aprendizaje que constituyen lo que se espera que el niño aprenda en una clase determinada) es una de esas áreas de la educación a la que los padres no siempre prestan atención. Sin embargo, independientemente de que se trate de un capítulo en un libro de Historia de Estados Unidos de clases de colocación avanzada (AP, por sus siglas en inglés) o de un problema de enunciados de 4.° grado, todo ese contenido educativo tiene el potencial de afectar a nuestro hijo, para bien o para mal. Las ideas, hechos y premisas, cuyo aprendizaje se le exige a nuestro hijo, han sido seleccionadas desde un determinado punto de vista. Lamentablemente, dependiendo del maestro, la escuela o los estándares estatales, estos puntos de vista pueden albergar prejuicios e incluso racismo categórico. Idealmente, tu escuela ofrecerá un currículo antirracista que refleje un enfoque inclusivo, preciso y libre de prejuicios en todas las asignaturas. Sin embargo, al no ser así, es importante saber a qué debes prestar atención.

Ahora bien, ¿cómo pueden los padres detectar racismo o prejuicios en un currículo? En primer lugar, es importante considerar todos los aspectos del mismo (libros de texto, planificación, excursiones, hojas de trabajo y proyectos), así como todas las asignaturas que tu hijo está estudiando. Historia de Estados Unidos, estudios sociales o literatura son las asignaturas donde los prejuicios resultan más evidentes (y, generalmente, llegan a los medios de comunicación), pero los libros de biología, las lecciones de matemáticas y los proyectos de arte también pueden transmitir estereotipos, prejuicios y exclusión. Un currículo antirracista, por otro lado, está diseñado para apoyar el aprendizaje óptimo de todos los estudiantes, independientemente de sus orígenes.

6 señales de un currículo con prejuicios

  1. ¿A quién se le da más importancia?

    Si todos los autores y la mayoría de los protagonistas son blancos, hay un problema. Por ejemplo, en una clase de literatura, si los estudiantes solo leen los clásicos de autores como William Shakespeare, William Golding y Charlotte Bronte, pero nunca las obras de Chinua Achebe, Sandra Cisneros o Zora Neale Hurston, ¿qué mensaje subliminal le estamos dando a los estudiantes sobre qué historias son más importantes? Incluso si la mayoría de los textos son de autores blancos, pero se agregan algunos libros o textos simbólicos de autores de color con el único propósito de cumplir un requisito, esto no hace mucha diferencia. Las investigaciones sugieren que los textos culturalmente relevantes tienen un impacto positivo en el aprendizaje. Es razonable que si tus estudiantes no logran verse reflejados en el material, les será difícil entender cómo se relaciona con ellos. Además, eso puede transmitir el mensaje inconsciente de que el material (y la escuela) no es para ellos. Incluir ciertos tipos de autores no hace que el currículo sea antirracista. El punto es incluir historias que reflejen las experiencias de vida de los estudiantes.

  2. ¿Qué problema está siendo minimizado y, por lo tanto, mal representado?

    Gran parte del racismo más indignante en el currículo K-12 ocurre de esta forma. Al suavizar la terrible realidad del trato que recibieron las comunidades afroamericanas, indígenas o inmigrantes, estas lecciones perpetúan las falacias dañinas. Presta atención a los materiales que suavicen los horrores de la esclavitud como institución o la comparen con la servidumbre (la cual era voluntaria y basada en contratos de plazo fijo). De la misma forma, cualquier cosa que describa a los pueblos indígenas y a los colonizadores como amigos, o glorifique a Cristóbal Colón y perpetúe los estereotipos sobre los pueblos indígenas debería activar las alarmas de inmediato. ¿Recuerdas cuando estabas en la escuela primaria y en noviembre siempre había lecciones sobre los colonizadores y los indígenas cenando en la misma mesa, y celebrando el nuevo territorio? ¿O quizás la mitad de tu clase coloreaba sombreros de peregrino y la otra mitad coloreaba cintas con plumas para la cabeza, y luego compartían un almuerzo de Acción de Gracias como los mejores amigos? Muy preocupante. Finalmente, las lecciones que sugieren que la Confederación luchaba por los derechos de los estados sin reconocer que el principal derecho por el que luchaban era el de la esclavitud, son un buen ejemplo de las narrativas infundadas que hasta el día de hoy siguen impregnando el currículo K-12.

  3. ¿Son inclusivas las lecciones? (¿Qué se está omitiendo?)

    En ocasiones, el racismo viene en forma de omisión. Por ejemplo, si una clase de historia estadounidense cubre la Revolución Industrial, pero no la Gran Migración ni el papel que desempeñaron los afroamericanos que emigraron del sur en la construcción de las ciudades del norte de Estados Unidos, literalmente vale la pena preguntar: ¿por qué se está omitiendo este detalle? ¿Cómo podría afectar esto a la comprensión de los estudiantes respecto a la forma en que las comunidades afroamericanas dieron forma a nuestro país? De manera similar, si una clase de ciencia incluye historias sobre científicos blancos pero nunca menciona las contribuciones científicas o tecnológicas de personas de color, ¿cómo afectará esa omisión a los estudiantes afroamericanos y de color transmitiendo el mensaje que no tienen talento natural para la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (conjunto de asignaturas conocidas como STEM)? Un currículo realmente antirracista toma en cuenta los temas, información e ideas que han sido tradicionalmente omitidos del aprendizaje académico. Esto no significa reducir el rigor, sino entender cómo el conocimiento académico tradicional puede excluir inconscientemente a ciertos grupos.

  4. ¿Qué tipo de vocabulario o lenguaje es utilizado? ¿Prioriza la perspectiva de un grupo por encima de otro?

    Un currículo antirracista e inclusivo toma en cuenta las sutiles formas en las que la información puede transmitir un mensaje. Por ejemplo, ¿solo se usan nombres de origen anglosajón en ejemplos o enunciados? ¿Logran las anécdotas reflejar únicamente los valores o costumbres de personas blancas y de clase media, o se siente que reflejan una amplia gama de experiencias? Si el material siempre usa nombres como Sarah y Annie, pero nunca nombres como Jamal o Mariela, reflexiona por qué algunos estudiantes están siendo excluidos de los textos. De manera similar, si los materiales le piden a los estudiantes que investiguen cómo emigró su familia al país, tal asignación no toma en cuenta las experiencias de los estudiantes indígenas cuyas familias son nativas de esta tierra o la de los estudiantes afroamericanos cuyas familias fueron, en su gran mayoría, traídas al país en contra de su voluntad.

  5. ¿Representan los personajes a determinados grupos como intrínsecamente buenos o malos? ¿Refuerzan los estereotipos negativos sobre ciertos grupos?

    Esta pregunta se explica por sí sola. Si algo se siente “raro”, si llegas a preguntarte “¿seré el único que lo piensa?”, no eres el único que lo piensa. Muchas veces, estos estereotipos negativos persisten en nuestro currículo en forma de clásicos. Toma como ejemplo a Dr. Seuss, un popular autor infantil cuyos libros muestran estereotipos antiasiáticos. Aunque no siempre era abiertamente racista, el propio Theodor Seuss Geisel tuvo un pasado indudablemente racista (escribió obras de minstrel en la escuela secundaria y actuó en ellas con la cara pintada de negro, entre otras cosas). Glorificar su obra va en contra de las ideas de diversidad e inclusión. Lo mismo ocurre con las imágenes que refuerzan los estereotipos negativos sobre los indígenas de América en los libros, o que llegan incluso a simplificar demasiado la experiencia y relaciones tribales de los nativos americanos. Incluir a autores y críticos diversos resulta importante para dar una versión fidedigna de la historia e incluso para reconocer cuando algo está retratando a un grupo de forma negativa o se está planificando de manera deshumanizante.

  6. ¿Se les pide a los estudiantes que dramaticen escenarios absurdos o que debatan sobre pésimos puntos de vista?

    He perdido la cuenta de las veces que he leído un artículo sobre algún maestro que le pidió a los niños que dramatizaran sobre la esclavitud o discutieran sobre las hipotéticas virtudes de la esclavitud como institución. Tales escenarios son completamente inaceptables. Y aunque la mayoría de los maestros evitan llegar a tales extremos, algunos siguen dando lecciones igual de cuestionables, como debatir los pros y los contras del colonialismo. Muchas veces, estos ejercicios no son parte de un currículo formal, sino intentos de incentivar la participación de los estudiantes más allá de los libros, lecciones y pruebas. Estos casos suponen la ocasión perfecta para tener una conversación con el maestro sobre sus objetivos de enseñanza. No temas preguntar al maestro sobre lo que buscaba lograr con una actividad en particular. ¿Quién aprenderá qué lección? ¿Y cuáles podrían ser las enseñanzas imprevistas de la lección? ¿Le parece al maestro que el currículo está libre de prejuicios? Si uno de los estudiantes blancos sale del aula pensando que la conquista colonial tiene más pros que contras, ¿sería aceptable?

Por último, mientras consideras las ramificaciones del contenido que se le está pidiendo a tu hijo que aprenda, vale la pena mencionar que un buen currículo antirracista no debería reducir al mundo a una batalla entre héroes y villanos, ganadores y perdedores. Los seres humanos somos demasiado complejos para tal reduccionismo. Toma como ejemplo el caso del Dr. Martin Luther King Jr, de quien se decía era un mujeriego y que buscaba demasiada fama personal para el gusto de algunos activistas de los derechos civiles. No les hacemos ningún bien a nuestros hijos al no ayudarlos a ver la historia de la humanidad y a sus figuras en un contexto más amplio que los ayude a entender el mundo en el que vivimos actualmente.