“Soy una persona muy profunda, sensible y consciente. Pero nadie me entiende”.

En octavo grado, los niños experimentan un incremento masivo de crecimiento cerebral (enlace en inglés) que tiene como resultado habilidades mejoradas de resolución de problemas, razonamiento deductivo, pensamiento abstracto, planificación estratégica y control de impulsos.

Dichas noticias resultan fantásticas, pero aún se necesita de tu paciencia: ¡el lóbulo frontal de tu hijo no alcanzará la madurez total hasta que tu hijo tenga entre 25 y 30 años! Por lo tanto, durante los próximos 12 o 18 años, se verá atraído por actos arriesgados que resultan cognitivamente difíciles de resistir, pues sigue considerablemente influenciado por el sistema límbico, el cual representa el centro emocional del cerebro (enlace en inglés).

Dicha ola neurológica suele venir acompañada por cambios de humor. A esta edad, los niños pueden sentirse cada vez más interesados en sus amigos y mostrarse menos afectuosos con sus padres. Puede que tu hijo desee mayor independencia y atención afectuosa a la vez. Es posible que alterne con rapidez una alta autoestima y un autodesprecio extremo, o pase de un interés que le apasiona a otro.

Pensando a futuro

El cerebro de tu niño de octavo grado está desarrollando la capacidad de razonar, recordar y aprender de los errores: a diferencia de estudiantes más jóvenes, quienes pueden llegar a concentrarse por completo en las sensaciones presentes, los estudiantes de octavo grado están comenzando a entender las consecuencias a largo plazo de su conducta. Puede que lo observes refrenando su procrastinación o acostándose más temprano para sentirse más despejado en la prueba del día siguiente. Los niños de octavo grado también poseen una mayor capacidad de establecer metas propias. Puedes incentivar dicha práctica hablándole sobre sus sueños futuros y cómo puede alcanzarlos.

Un intelecto más sofisticado

El cerebro de los niños pequeños suele ser dicotómico, lo que significa que ven el mundo en términos de blanco y negro: algo está del todo bien o del todo mal. Es una forma sencilla de organizar lo que aprenden sobre el mundo. Sin embargo, en octavo grado, el intelecto de los niños se vuelve más sofisticado. Están comenzando a ser capaces de percibir ambos lados de un debate. Además, están mejorando su capacidad de expresar sentimientos y entender la opinión de los demás.

En busca de sentido

Los estudiantes de octavo grado comienzan a reflexionar con más seriedad sobre preguntas fundamentales y profundas como “¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí?” y “¿Cómo puedo salvar al mundo?”. Comienzan a formar sus propios valores, los cuales guían sus acciones y decisiones. Los valores que demuestras como padre ejercen una gran influencia. Los estudios demuestran que más del 50 por ciento de la población se identifica con la tradición religiosa de sus padres (enlace en inglés). Además, el 71 por ciento posee una ideología social y política (enlace en inglés) similar a la de sus padres. Ten en cuenta que a esta edad los niños se ven más influenciados por tus acciones que por tus palabras.

Superinteligente

Los estudiantes de octavo grado están desarrollando las habilidades computacionales y de toma de decisiones propias de un adulto. En términos de capacidad pura de procesamiento, el cerebro de un adolescente es igual al de un adulto. El potencial de asimilar y dominar información y aprender nuevas habilidades nunca supera al exhibido durante los años adolescentes. Este hecho representa uno de los motivos que impulsan a los estudiantes de octavo grado a actuar en ocasiones como sabelotodos: se percatan de que serán tan brillantes como sus padres y, de hecho, puede que ya los hayan superado.

Dormir es una verdadera necesidad

Dormir las horas adecuadas resulta crucial para la salud física y emocional de un estudiante de octavo grado. Los adolescentes necesitan 9.25 horas de sueño por noche (enlace en inglés). Desafortunadamente, las encuestas indican que solo 20 por ciento de adolescentes descansa ese tiempo (enlace en inglés), y las horas de sueño promedio se encuentran dos horas por debajo de la cantidad que los niños realmente necesitan.

Las consecuencias de la privación del sueño son lamentables (y peligrosas). Un estudiante de octavo grado exhausto está malhumorado y es temperamental, exhibe un déficit de concentración, memoria, decisión y creatividad. Además, el cerebro privado de sueño se encuentra más susceptible a conductas impulsivas y tentaciones que conllevan a tomar riesgos (enlace en inglés) tales como drogas, alcohol, actividades imprudentes y sexo sin protección. La privación del sueño en los adolescentes también se encuentra relacionada con la depresión y los desequilibrios hormonales (enlace en inglés). Por lo tanto, ¡asegúrate de que tu estudiante de octavo grado duerma lo suficiente!

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