“Papá, soy de género fluido”.

Mi amigo Max se apartó a toda prisa de la revista que estaba leyendo. La conversación que había estado anticipando con ansiedad por meses finalmente había llegado. Mirando a su hija Jennifer, de 15 años, quien estaba al otro lado de la sala de estar, preguntó: “¿Eso qué quiere decir?”.

“De género fluido”, repitió su hija, manteniendo un cauteloso contacto visual. “A veces me siento como una chica y a veces como un chico”.

“¿Un chico?”. Max sintió que sus intestinos se tensaban. “¿En serio?”.

“Sí”, sonrió Jennifer. “Así que cambiaré mi nombre a Jordan. Y luego…”

“Espera, espera, un momento”, interrumpió Max. “¿No es una decisión demasiado importante para una estudiante de segundo año de secundaria?”.

“Estoy segura”, dijo Jordan, quien era conocida anteriormente como Jennifer. “Y de ahora en adelante, mi pronombre personal es elle”.

Este diálogo, relatado hace poco por un viejo amigo, se asemeja a muchas conversaciones que tienen lugar hoy en día en hogares de todo el país. Los estudiantes de escuela intermedia y secundaria les explican a sus padres que quieren cambiar su nombre y pronombres para reflejar su identidad de género. Y aunque puede que tu hijo nunca te aborde con tales revelaciones, es muy probable que tu hijo conozca a un compañero de clases que ha elegido un nuevo nombre o nuevos pronombres.

¿Confundido? No estás solo. Para muchos, las facetas cambiantes de las identidades de género resultan difíciles de seguir y para algunos, sumamente difíciles de aceptar. Sin embargo, sin importar cuán desconcertado te sientas ante la noción de la fluidez de género, los expertos afirman que esto puede ser entendido fácilmente por cualquier padre que quiera “abrir los ojos” ante las nuevas realidades de género. El primer paso es comprender cómo los científicos han llegado a entender el género.

De acuerdo con “The Biological Contributions to Gender Identity and Gender Diversity”, (enlace en inglés) un artículo publicado en el journal Behavior Genetics, la American Psychological Association define la identidad de género como “el sentido inherente y profundo de una persona con respecto a ser un chico, un hombre o un varón; una chica, una mujer o una hembra; o un género alternativo (por ejemplo: cuirgénero, inconformidad de género, género neutral) que podría o no corresponder con el sexo asignado a una persona al nacer o a las características sexuales primarias y secundarias de una persona”.

La Gender & Pronoun Guide (enlace en inglés) del Rainbow Center de la Universidad de Connecticut lo explica de la siguiente forma: Hay tres aspectos del género que existen de forma independiente entre sí. Estos son: 1) sexo biológico (anatomía genital); 2) expresión de género (cómo nos presentamos ante el mundo); y 3) identidad de género (el sentido interno de una persona sobre su verdadero género). Identificarse como “andrógino” o “bigénero” indica una combinación de características tanto masculinas como femeninas, “agénero” es la ausencia de género y “género fluido” es navegar entre géneros. “Género no binario” y “cuirgénero” hacen referencia a cualquier persona que no se identifique de forma tradicional como masculino o femenino.

Las personas que no se identifican ni como masculino ni como femenino le piden (de forma bastante lógica) a la sociedad que se refiera a ellos usando pronombres de género neutro. “Elle” es el pronombre más común empleado por personas de género no binario, pero existen muchos otros, como “nosotres” o “nosotrxs”.

Puede que este nuevo desafío te intimide desde el punto de vista de la etiqueta. Puede que incluso esperes que los pronombres de género neutro no sean más que una moda pasajera. Sin embargo, si nos guiamos por las nuevas normas generacionales, sería recomendable que abandones dicha esperanza. Una encuesta realizada recientemente por Pew Research reveló que 35 por ciento de la Generación Z (los nacidos después de 1996) afirma conocer a alguien que usa pronombres de género neutro, y 59 por ciento de la Generación Z señala que los cuestionarios que indagan sobre el género de una persona deberían incluir otras opciones aparte de masculino y femenino. Mi hija de 19 años me asegura que todos en su universidad de Iowa aceptan el género no binario y los nuevos pronombres.

De hecho, las instituciones con años de historia ya han adaptado sus políticas para adherirse a un escenario de género más complejo. La Universidad de Vermont comenzó a permitir que los estudiantes indicaran un género neutro al inscribirse hace 10 años; Harvard siguió su ejemplo en el 2015. En la actualidad existen al menos 20 campus no binarios (enlace en inglés). Facebook añadió 51 opciones de género distintas en 2014; hace poco, Lyft incorporó pronombres de género neutro a su aplicación de pasajeros (enlace en inglés), y muchos estados les están permitiendo a las personas que cambien el género en su acta de nacimiento. A principios de este año, United Airlines anunció opciones de reservación para personas de género no binario.

“Elle” llegó para quedarse; hazte a la idea.

Es cierto, existen muchos detractores de la nueva expansión de género, como Jordan Peterson, el profesor de psicología en la Universidad de Toronto que obtuvo mala fama en 2016 al negarse a emplear pronombres de género neutro con sus estudiantes. Pero… Peterson tiene 56 años. La cultura del mañana será diseñada por los adolescentes y veinteañeros de hoy en día, no por reliquias como tú, Peterson y yo.

Si tu retoño te pide que uses nuevos y extraños pronombres para dirigirte a él o a sus amigos, puede que te resulte incómodo y frustrante, sin mencionar que es gramaticalmente incorrecto. Puede que te resulte desconcertante. Puede que no entiendas por qué o cómo podrían sentirse de esa manera.

Sin embargo, en el caso de aquellos que eligen nuevos pronombres, hay mucho más en juego que la ansiedad social y la gramática confusa.

“Dirigirse a un joven mediante el pronombre que ha elegido es una parte crucial de validar y afirmar su identidad de género”, explica la doctora Sabra L. Katz-Wise, Profesora Asistente de Pediatría en la Harvard Medical School. “Cuando los jóvenes escuchan que se refieren a ellos con el pronombre correcto, resulta un signo evidente de que la persona empleando dicho pronombre los percibe con el género que ellos afirman tener”.

De hecho, en el caso de las personas con identidad de género no binario, que se refieran a ellos con el pronombre incorrecto, les hace sentir mal acogidos, incluso invisibles. A lo largo de los años, he llegado a conocer una lista creciente de personas jóvenes y mayores (pero sobre todo jóvenes) que han cambiado sus pronombres. Todos afirman que resulta hiriente cuando los demás se dirigen a ellos con el género equivocado.

Haley, una estudiante de cine de San Francisco State University de género no binario, quien emplea pronombres de género neutro y a quien conocí mediante un amigo en común, declaró a través de un mensaje de texto: “que se dirijan a ti con el género incorrecto resulta doloroso e incómodo. Sentirte invisible te exaspera. Si confunden mi género por mucho tiempo, me deprimo porque siento como si fuera invisible o como si todos desearan que fuera diferente. Cuando las personas, sobre todo mis seres queridos, usan el pronombre correcto, siento que me ven y aman justo como soy”.

Kieran, de 15 años, quien vive en Missouri (a quien conocí hace diez años como “Kiera”) explicó la semana pasada mediante un correo electrónico: “Resulta muy incómodo que se dirijan a ti con el género incorrecto. Las excusas, sobre todo, me resultan insoportables. He escuchado mucho ‘es muy difícil de recordar’ y ‘somos viejos, es una idea demasiado moderna’. ¿Por qué no hacer un esfuerzo? Es como recordar el nombre de otra persona. ¡Es muy agradable cuando las personas usan los pronombres correctos! Saber que realmente están haciendo el esfuerzo”.

“Incluso las personas cercanas a mí siguen dirigiéndose a mí con el género incorrecto por accidente, usando ‘él’ en lugar de ‘elle’”, admite Jey, un estudiante de 19 años de Oberlin College, a quien conocí a través de un familiar. “Cuestionar la identidad de alguien puede resultar muy invalidante, sobre todo cuando se acaba de salir del clóset. Es cuestión de respeto… Si las personas no respetan tus pronombres, en mi mente le están faltando el respeto a tu identidad, y a su vez, a ti”.

“Al usar mis pronombres designados, las personas honran mi identidad”, explica Rabbi Dev Noily, quien ha sido mi amigo por más de 25 años, en la plataforma Evolve. En su ensayo más reciente, titulado Mi nombre es Dev, y mi pronombre es “elle”(enlace en inglés), Noily escribe: “Desde la primera vez que lo utilicé, el pronombre ‘elle’ se sintió que encajaba mejor que cualquier otro. Cada vez que alguien usa mis pronombres correctos, siento un pequeño impulso de afirmación, notoriedad y veracidad. Cada vez que confunden mi género, me invade una pequeña sensación de disforia y desplazamiento”.

¿Es difícil para los padres realizar el cambio? Sí, suele serlo. “Tartamudeamos”, me confesó el padre de Kieran. “A mi esposa se le da mejor que a mí”.

¿Qué tan importante es hacerlo a la perfección? “Lo más importante es el esfuerzo”, señala Haley. “Si resulta evidente que la persona lo está intentando y lo logrará con el tiempo, me siento feliz”.

Por lo tanto, ¿qué debe hacer un padre si su hijo inicia una conversación sobre su género? El Doctor Ritch C. Savin-Williams, profesor emérito de psicología del desarrollo en Cornell University y autor de Beyond Pink and Blue: Exploring our Stereotypes of Sexuality and Gender, compartió sus consejos para los padres que se enfrentan a un niño que está cambiando ante sus ojos.

Si tu hijo quiere un nuevo pronombre

  • No pierdas la compostura.
  • Siéntate con tu hijo y escucha las razones que lo impulsan a desear esto. Realiza preguntas para aclarar dudas, pero no refutes ni juzgues.
  • Agradécele a tu hijo por confiar lo suficiente en ti para entablar dicha conversación.
  • Dile que harás tu mejor esfuerzo pero que probablemente será difícil, y que no hay problema si tu hijo te corrige. Indícale que siempre intentarás mejorar y pedirás consejos sobre cómo hacerlo mejor.
  • Después de varias semanas, vuelve a abordar el tema con tu hijo y realiza las correcciones necesarias.
  • Ayuda a otros miembros de la familia y a los amigos a realizar el ajuste.

Aunque la cultura no binaria puede parecer que ha surgido de la nada, aquellos instruidos en el tema afirman que no se trata de una moda insustancial. “Por miles de años, las personas de género no binario han existido en todo el mundo”, afirma Jey. “Los Hijras en India, las personas de dos espíritus en las culturas de los nativos americanos, las “Vírgenes Juradas” en los Balcanes… Con suerte, algún día, elle será tan común como él o ella”.

Traducido por: SpanishWithStyle.com