¿Quieres saber más sobre el autocontrol de tu hijo? Entonces saca los malvaviscos.

Así es como funciona: Diles que pueden comer un malvavisco ahora o esperar y comer dos dentro de 15 minutos. Según el famoso estudio realizado por primera vez por el profesor de psicología Walter Mischel hace 40 años, la capacidad de los niños para esperar (o no) dice mucho sobre lo bien que les irá en la escuela, con los amigos y con la familia. Y, por increíble que parezca, esperar por ese malvavisco extra puede incluso predecir su éxito futuro como adultos, en el trabajo y en las relaciones.

Si tus hijos son del tipo “¡quiero el malvavisco ya!”, no te preocupes. Las noticias siguen siendo buenas: Aprender a controlar las emociones y el comportamiento es una habilidad que puede enseñarse. De hecho, un estudio publicado por Journal of Abnormal Child Psychology descubrió que enseñarles técnicas de autocontrol a niños en la escuela primaria que tenían dificultades para refrenar sus emociones y su comportamiento reducía significativamente las suspensiones y otros problemas disciplinarios.

Dicho esto, saber pensar antes de actuar puede ser especialmente difícil para los niños muy pequeños. Pero ayudándoles a practicar una y otra (y otra) vez, los padres les están proporcionando una de las habilidades más valiosas de la vida.

Establece expectativas

Algunos niños reaccionan mal porque no saben qué esperar en algunas situaciones o qué se espera de ellos. Así que infórmales de antemano si tienen que esperar algo o si se les pide que hagan una tarea difícil: “Vamos a visitar a la abuela y ella y yo hablaremos un rato. Vamos a preparar una bolsa de lápices de colores y papel para que no te aburras”. “Mi amiga y sus hijos vienen de visita. Puede que tengas que compartir algunos juguetes, así que vamos a guardar los que son muy especiales para ti”.

Ayuda a tu hijo a ponerle nombre a sus emociones

Ayuda a los niños a aprender a reconocer las emociones problemáticas que sienten antes de tener un arrebato o una rabieta: “Vaya, te enojaste mucho cuando te dije que no podía darte una moneda para la máquina de chicles”. “Te veías triste cuando tu hermana dijo que eres demasiado pequeño para jugar con ella y sus amigos”. Estimula también a los niños a expresar lo que sienten: “Me siento triste cuando…” o “me siento frustrado cuando…”. También puedes ayudarlos a aprender a utilizar frases de autocontrol (que, a su vez, pueden ayudarles a abstenerse de comportamientos impulsivos e irreflexivos) como “¿me prestas eso?”. “No pasa nada, puedo compartirlo contigo”, “esperaré mi turno” y “me gustaría ahora, pero esperaré hasta más tarde”.

Tómense un descanso

Crea un lugar tranquilo en casa donde un niño fuera de control pueda calmarse. Puede ser un rincón lleno de almohadas en la sala o un lugar acogedor en el dormitorio del niño. Al proporcionar un refugio en casa, los padres pueden enseñar a los niños que hay una manera, y un lugar para tranquilizarse cuando las cosas se les van de las manos.

Ofrece una recompensa

Los niños pequeños suelen hacer mejor una tarea si obtienen una recompensa al final. No tiene por qué ser una recompensa material (ofrecer juguetes y golosinas puede sentar un mal precedente), sino una consecuencia natural por mostrar autodisciplina. La recompensa podría ser elegir sus cuentos favoritos después de prepararse para ir a la cama cuando se lo pidas o poder elegir el postre después de ayudar a poner la mesa de la cocina.

Elogia a tus hijos

Cuando veas que tus hijos practican el autocontrol, díselos. Este tipo de refuerzo positivo les ayudará a considerarse personas que pueden controlar con éxito su comportamiento: “Me encanta cómo has esperado pacientemente tu turno”. “Es la tercera vez esta semana que no me interrumpes cuando hablo por teléfono. Te agradezco mucho que hayas esperado para hablar conmigo”.

Jugar al autocontrol

Para los niños pequeños, la mejor forma de aprender algo es jugando. Así que, de camino al baño, en el supermercado o de camino a la escuela, haz que tus hijos se detengan e inicien distintas acciones, como congelarse cuando digas “¡helado!”. En el auto, cada vez que haya, digamos, una señal amarilla, haz que tus hijos aplaudan y digan: “¡Señal amarilla!”. Este tipo de juegos les enseña a los niños a detenerse y pensar antes de actuar, algo esencial para el autocontrol.