Lectura, nuevos amigos, nueva escuela. La transición a la escuela primaria es, en el mejor de los casos, un año de cambios trascendentales. Todo este cambio hace aún más esencial que los estudiantes de kínder sientan que el mundo que los rodea es estable y predecible.

“Todos los niños, sobre todo los más pequeños, progresan a través de rutinas y regularidad, y alterar este orden puede resultar discordante”, afirma Rebecca Branstetter, psicóloga escolar, autora y experta en desarrollo infantil. Este cambio repentino de un ambiente familiar y bien estructurado a uno donde el horario y las reglas son escritos sobre la marcha resulta estresante para los niños, incluso si no son capaces de expresarlo con palabras.

Por desgracia, no vivimos en una época predecible. Por lo tanto, ¿qué pueden hacer los padres?

¿Qué ocurrió con el “¡Puedo hacerlo solo!”?

¡Tu niño de kínder estaba tan orgulloso de todas las cosas que podía hacer por sí mismo! Sin embargo, tras el distanciamiento social, puede que hayas notado que tu hijo se muestra evasivo o incapaz de hacer cosas que solía hacer con facilidad. Branstetter afirma que ha escuchado testimonios recurrentes sobre conductas regresivas en niños pequeños desde que comenzó el confinamiento en casa. Por ejemplo, un niño que solía servirse su propio desayuno con alegría, explica la autora, ahora podría llorar diciendo que necesita que le sirvas el cereal. Por otro lado, podría ocurrir que una actividad escolar requiera de una habilidad que sabes que tu hijo ya domina, pero al enfrentar la tarea, insiste en que no puede hacerla.
“Cuando los niños están estresados, puede que muestren un déficit de desempeño”, indica Branstetter. “Aún poseen las habilidades, puede que simplemente no sean capaces de ponerlas en práctica como antes”.

Cómo ayudar a tu niño de kínder a sobrellevar la situación

Sé paciente, y ten presente que esto también pasará. Branstetter, quien es la cocreadora de un curso de aprendizaje socioemocional para padres, explica: “Cuando el cerebro está estresado, todos los recursos del niño son destinados al manejo de dicho estrés. Los pequeñines no pueden decir: ‘Mamá, estoy muy estresado y triste, y extraño a mis amigos’. Esto se verá reflejado en su conducta. Así es como se comunican”. Lo mejor que puedes hacer, indica la autora, es estar ahí para apoyar a tu hijo. “Esto implica acercarse con empatía y comprensión: ‘Sé que estás teniendo problemas para servirte el cereal’”.

Pequeñas criaturas de hábitos

El estrés que los niños experimentan a raíz de extrañar rutinas y personas familiares también puede manifestarse mediante una tolerancia reducida a la frustración. Es posible que observes berrinches y crisis emocionales, generadas por cualquier cosa, desde peleas con los hermanos hasta tareas escolares a distancia. “Si tu hijo no quiere hacer las tareas o asignaciones, podría ser una forma de expresar su estrés, preocupaciones, tristeza o aflicción”, señala Branstetter.

Cómo ayudar a tu niño de kínder a sobrellevar la situación

Mantén la calma y no intentes resolver el problema. “Como padres, resulta conveniente que nos involucremos en un proceso llamado corregulación: traer calma en lugar de aumentar el caos”, indica Branstetter. Las emociones son contagiosas; si mantienes la calma, esto calmará a tu hijo. “Tu cerebro está programado para coincidir con cualquier emoción que estés viendo en alguien cercano a ti. Por lo tanto, practica la atención plena. Haz una pausa, respira antes de responder. Identifica el sentimiento: ‘Veo que te sientes frustrado’”.

Y recuerda, dice la autora, intentar solucionar el problema demasiado rápido resulta contraproducente en dos sentidos. Por un lado, hay muchas cosas que no podemos solucionar en el acto. Y cuando tu hijo está en medio de una crisis emocional, señala Branstetter, no está listo para una solución. “Brindarle tu calma lo ayuda a autocontrolarse. Y posteriormente, cuando esté calmado, es el momento de solucionar los problemas”.

Una montaña rusa de emociones

Las citas para jugar, paseos en monopatín, fiestas de cumpleaños y la mayoría de celebraciones están suspendidos indefinidamente, lo cual puede resultar devastador para niños de edades comprendidas entre 5 y 7 años. “Cuando eres pequeño, las fiestas de cumpleaños son el centro del mundo; cancelar tu cumpleaños es algo grave”, señala Branstetter.

Cómo ayudar a tu niño de kínder a sobrellevar la situación

Realiza una “auditoría de control”, sugiere Branstetter. “Pregunta: ¿qué puedo controlar y qué no? No puedo permitir que mi hijo salga a jugar con otros niños de forma regular, pero puedo reconocer su decepción y decir: ‘Sé que es duro. ¿Qué podemos hacer para divertirnos?’”. Si sirve de consuelo, agrega la autora, suelen ser los padres quienes experimentan mayores dificultades al manejar la decepción. Podría ser una buena oportunidad para divertirse y jugar un poco, y deleitarse ante la increíble habilidad de tu hijo de disfrutar el presente. Los niños no están pensando en el futuro, asegura Branstetter: “Los niños están pensando en lo que harán por la tarde”.

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