“¡Mamá, es que tú no entiendes!”.

Al llegar a quinto grado, el cerebro de tu hijo ha desarrollado un “yo” tan único como las vías neuronales que permiten tal proceso. Dicho desarrollo en la habilidad analítica permite también que el cerebro de los estudiantes de quinto grado se torne plena y dolorosamente consciente de lo bien que encajan, o no, en ciertos grupos sociales. Apoyado por una imaginación propensa al dramatismo, es posible que tu hijo se sienta solo y rechazado, como un fracasado social con autoestima frágil.

¿La razón detrás de toda esta angustia durante quinto grado? Probablemente, la amistad se hace cada vez más importante para tu hijo. Dicha tendencia a entablar amistades puede hacer que la situación se torne alarmante si está acompañada por presión de grupo, grupos de niños que comparten los mismos intereses y no permiten que otros se unan, envidia, egoísmo o acoso. Los niños que se sienten rechazados de la “manada” de quinto grado, la cual avanza de forma frenética, pueden tornarse melancólicos y nerviosos. ¿Qué puedes hacer al respecto?

No puedes evitar que tu hijo intente hacerse un lugar entre sus compañeros. Los niños a esta edad necesitan descubrir cómo su “yo” encaja en el mundo, en términos de género, estatus social, identidad étnica y sistema de creencias. Durante esta traumática etapa de la preadolescencia, los padres pueden convertirse en guías sabios y afectuosos, ofreciendo consejo y apoyo con el propósito de estimular el frágil ego de su hijo. Es por ello que resulta útil saber qué está cambiando a nivel anatómico en su cerebro de quinto grado, el cual no deja de evolucionar.

Un cambio mental

Al llegar a quinto grado, el cerebro comienza a reducir velocidad en el antes frenético desarrollo de nuevos axones y dendritas, reduciendo así su receptividad hacia conexiones nuevas. Sin embargo, al mismo tiempo, el cerebro está acelerando el proceso de mielinización, el cual genera capas alrededor de los axones, acelerando las vías neuronales que ya se han establecido de manera sólida. Dicho cambio implica que el pensamiento abstracto (como el álgebra) se torne más sencillo gracias a la velocidad, eficiencia y capacidad de procesamiento de la información. Sin embargo, la pérdida de potencia en cuanto a nuevas conexiones puede reducir la habilidad de aprender un nuevo idioma. Si tu hijo quiere avanzar con las matemáticas a esa edad, no lo reprimas. Por otro lado, no te sientas frustrado si a tu hijo se le dificulta más el memorizar aquellas conjugaciones en inglés.

El cerebro y la condición física

Un estudio realizado por la Universidad de Illinois (Champaign-Urbana) (enlace en inglés) señala que los niños de 10 años que cuentan con una buena condición física exhiben un mejor desempeño en diversas pruebas cognitivas en comparación a sus semejantes que no tienen una buena condición física. El uso de resonancia magnética determinó que el hipocampo (una región cerebral que contribuye al razonamiento espacial y a la memoria) era 12 por ciento más grande en los niños que se ejercitaban. ¿Conclusión? Involucra a tu hijo en actividades que representen un desafío físico durante períodos de 30 a 60 minutos al día. Los equipos deportivos resultan magníficos para los estudiantes de quinto grado, pues combinan procesos intensos de interacción social y ejercicio. Además, es una ocasión estupenda para que pongas en práctica lo que predicas. Si puedes hacer tiempo para ejercitarte junto a tu hijo, reforzarás tu relación con él, a la vez que proporcionas un modelo saludable a seguir.

La importancia de proporcionar un lugar seguro

Los estudiantes de quinto grado no deben ser sobreexpuestos a escenas violentas o imágenes de asesinato, desastres sangrientos, violaciones y violencia en general, tanto de forma real como imaginaria. Por lo tanto, no centres la conversación durante la cena en temas violentos de actualidad y minimiza la exposición a la violencia en la vida real y en la pantalla. Las situaciones que dan miedo producen estrés traumático en el niño liberando cortisol en su cerebro (enlace en inglés), una hormona capaz de debilitar el sistema inmunológico y la estructura del hipocampo. Además, puedes reducir la amenaza de violencia en casa al evitar conflictos donde miembros de la familia se agredan verbal y físicamente. Diversos estudios demuestran que los niños que sufren de estrés crónico ven el mundo como un lugar inseguro y que dicha distracción altera su habilidad de aprendizaje.

Una alimentación que active el desarrollo cerebral

En la mayoría de los casos, no hay nada que le fascine más a un estudiante de quinto grado que devorar “comida chatarra” poco saludable y consumir gaseosas, pues los centros de placer en su cerebro se desarrollan antes que la habilidad para determinar las consecuencias a largo plazo. Rogarán por ello, pero no cedas: la comida rápida contiene químicos que pueden alterar las secreciones hormonales (enlace en inglés). En lugar de ello, orienta a tu hijo para que lleve una alimentación sana y explícale que fomenta el desarrollo cerebral. (Puede que tu hijo desvíe la mirada con exasperación, pero no te preocupes, igual lo recordará). Opta por un menú que incluya frutas, vegetales, granos enteros, proteína magra, productos lácteos bajos en grasa y grasas saludables, distribuidos en tres comidas nutritivas al día (además de bocadillos entre comidas para mantener niveles altos de energía). (Aprende sobre otros alimentos deliciosos que fomentan el desarrollo cerebral y que les encantarán a los niños). Evita la obesidad que agobia casi al 20 por ciento de niños estadounidenses a esta edad. Los estudios demuestran que la obesidad puede causar un deterioro eventual de las habilidades cognitivas cerebrales (enlace en inglés), particularmente en términos de memoria y aprendizaje.

Efectos de la violencia virtual

Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Indiana, en Indianápolis (enlace en inglés) usaron resonancia magnética para observar regiones cerebrales que eran estimuladas cuando los niños jugaban diversos videojuegos. Cuando los niños jugaron “Need for Speed: Underground” (un juego sin violencia), se observó actividad en el área frontal, una zona asociada a la concentración y el autocontrol. Sin embargo, cuando los niños jugaron “Medal of Honor: Frontline” (un juego violento) no se activó el área frontal. En cambio, la amígdala, la cual se encuentra en la parte menos intelectual del cerebro denominada “reptiliana”, fue estimulada. La amígdala se encuentra asociada con la estimulación emocional, en especial la ira, y es responsable de conductas agresivas e impulsivas. El “encendido” constante de las zonas reptilianas podría “programar” a un cerebro en desarrollo para tener menos autocontrol. Por lo tanto, si compras videojuegos para tu hijo, asegúrate de que los mismos giren en torno a carreras o habilidades, en lugar de violencia. (Fortnite, al igual que otros juegos populares de disparos, no son recomendados (enlace en inglés) para niños menores de 13 años).

Entrando en la pubertad

El desarrollo en la corteza prefrontal del estudiante de quinto grado se acelera a medida que el cerebro se prepara para los cambios de la adolescencia. ¡Oh, Dios! Es posible que tu hijo ya esté entrando en la adolescencia, especialmente si es una chica. ¡No le des largas al asunto! Infórmale sobre todos los cambios físicos asociados a la pubertad: desarrollo de los senos, espinillas, sostenes, vello púbico y axilar, menstruación, crecimiento de los testículos, etc. Sí, es probable que tu hijo escuche mucha información relacionada al tema en la clase de salud, pero la calidad de tales clases puede variar. Más importante aún, si tu hijo tiene presente el hecho de poder hablar contigo sobre temas incómodos, puede que elija esta opción en lugar de las clásicas alternativas propias de la adolescencia temprana: sumergirse en un mar de vergüenza y confusión, ¡o buscar consejo en sus compañeros o celebridades de Youtube! A pesar de ello, resulta normal (desde el punto de vista del desarrollo) que tu niño de quinto grado busque nuevos métodos para proteger su privacidad. Podría querer una caja o cajón con llave para resguardar objetos o un diario. La necesidad de espacio personal también incluye el deseo de un lugar tranquilo, limpio y personalizado para hacer las tareas, más tiempo a solas y mayor independencia.

Brechas de género en el cerebro de quinto grado

Los niños y niñas de quinto grado suelen interactuar de forma bastante hostil. Dicha rudeza puede tener una excusa neurológica. Hace poco, un estudio realizado por el National Institute of Mental Health (NIMH) (enlace en inglés), reveló mediante el uso de resonancia magnética que el cerebro de los niños y las niñas a esta edad es muy distinto en cuanto a la estructura de su corteza cerebral. Generalmente, las chicas son más altas que los chicos a esta edad y poseen habilidades motoras finas de nivel superior. Además, las chicas tienden a ser mucho más maduras. El NIMH descubrió que el punto de inflexión (un punto intermedio en el desarrollo cerebral) ocurre en las chicas justo antes de que cumplan 11 años, pero los chicos no lo alcanzan hasta aproximarse a los 15 años.

Mantén la rebeldía bajo control

La interconexión reforzada en la arquitectura cerebral de un estudiante de quinto grado mejora la habilidad de planificación, resolución de problemas y procesamiento de información. Dicho desarrollo permite que el niño se percate de que las figuras de autoridad no siempre tienen la razón, una nueva perspectiva que podría impulsarlo a desafiar o ridiculizar la autoridad de un adulto por primera vez. ¡Un descubrimiento interesante, pero que no resulta nada ventajoso para los padres! Con el objetivo de contrarrestar la insurrección, establece reglas claras y explica tus motivos con minuciosidad. Habla sobre el respeto y cómo esperas recibirlo y brindarlo, involucra a tu niño de quinto grado en la realización de tareas del hogar (enlace en inglés), e infórmale que ya es lo suficientemente maduro como para asumir la responsabilidad de sus actos.

Demuestra autoridad

El cerebro de un estudiante de quinto grado, el cual se encuentra evolucionando, desorientado y con frágil autoestima, requiere de la orientación firme, pero amable, de un adulto diligente. La psicóloga de desarrollo, Diana Baumrind, autora del artículo “Effects of Authoritative Parental Control on Child Behavior” (1966) (enlace en inglés), recomienda el estilo de crianza “autoritario”, pues proporciona una orientación consistente y compasiva y ayuda a esclarecer las metas, permitiendo que el niño fomente su autoestima al realizar decisiones inteligentes. Los padres “dominantes”, quienes exhiben conductas de control excesivo y regañan sin cesar, pueden infundir una sensación de incompetencia en su hijo (lo cual podría repercutir en rebeldía o promover un ego frágil y una baja autoestima en el niño), y los padres “permisivos”, quienes resultan demasiado flexibles y hacen elogios extensos e injustificados a su hijo, no hacen más que proporcionarle una sensación falsa de éxito y de que tiene derecho a todo, lo cual también resulta contraproducente cuando el niño se enfrente al mundo sin los valores y ética laboral que le ayudarán a forjar relaciones positivas y alcanzar el éxito.

Encontrar el equilibrio

A esta edad, el cerebro de los niños puede alternar frenéticamente entre la osadía y el temor. Infórmale al niño asustadizo que está bien equivocarse, e incentívalo a vivir nuevas experiencias y desafíos. Por otro lado, advierte al temerario con respecto a las drogas, el cigarro, el alcohol y patinar sin casco, haciendo hincapié en el daño catastrófico que puede ocurrirle a su posesión más preciada: la mente. Independientemente de que su personalidad sea temerosa o atrevida, incentivar a un niño de esta edad a asumir riesgos positivos (como actuar o participar en algún deporte o competición), representa un método excelente de fomentar su disposición a aprender y explorar, a la vez que se mantiene alejado de los riesgos negativos.

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