“La mayoría de los niños ama a los animales y los protege”, dice la pediatra Laurel Schultz. Pero lastimar animales sucede. Lo importante es reconocer por qué tu hijo está lastimando a los animales y si el daño es intencional o no.

Si un niño pequeño abraza accidentalmente al conejo (la mascota de la familia) un poco fuerte, o persigue al gato para ver su reacción, es algo que se debe considerar, pero no es algo de qué preocuparse.

Pero hacerles daño intencionalmente a los animales es diferente. El maestro de preescolar Eric Wilson, el psicólogo John Duffy y la pediatra Schultz dicen que el que los niños lastimen a los animales intencionalmente no es normal, y también es un comportamiento que rara vez ven.

Por qué puede un niño lastimar a los animales

Mary Helen Immordino Yang, neurocientífica y psicóloga del desarrollo humano en la University of Southern California, dice que los años preescolares son un momento en el que los niños imitan a otros y aprenden a representar las perspectivas de otras personas en sus propias mentes.

Entonces, cuando tu hijo le jala las orejas al perro está representando acciones que presenció y no comprende, o que aún no ha experimentado. A menudo, los niños están actuando algo que vieron en la televisión. Dado que eso es inevitable, crea oportunidades seguras para representar esas experiencias, dice Immordino-Yang. “Los niños necesitan aprender que pueden actuar de esa manera con una muñeca o un animal de peluche, pero no pueden actuar así con otro ser vivo, como un perro o mascota”.

Ayuda a tu estudiante del preescolar a entender sus acciones

Concéntrate en el contexto de agresión de tu hijo y ayúdalo a entender sus acciones. Para ilustrar, Immordino-Yang describe cómo le dejó claro a su hijo que estaba lastimando a la perrita de la familia, Sandy. “Cuando mi hijo tenía unos 4 años, adoptamos a nuestra primera perrita”, dice. “Él amaba tanto a esa perrita que la apretaba y la abrazaba muy fuerte”. Así que le explicó la situación a su hijo en términos simples. “Si aprietas a Sandy y la abrazas, podrías pensar que le estás mostrando cuánto la amas; pero si la sueltas y luego Sandy huye de ti, eso es una señal de que no le gustó”.

Esa fue la prueba. Si la perrita huye cuando su hijo la suelta, su hijo necesita encontrar una forma más gentil de mostrar amor.

El enfoque de Wilson es hablar con sus estudiantes del preescolar sobre respetar a todas las criaturas, incluidos gusanos e insectos. “A veces, algunos de los niños quieren aplastar insectos, y les digo: ‘Todos llegamos a casa hoy. Yo llego a casa, tú llegas a casa y ese insecto también llega a casa’. Reforzamos la idea de que somos una familia y tratamos a todos con gentileza”.

Señales de posibles problemas

Nadie conoce mejor a sus hijos que los padres. Immordino-Yang sugiere observar cómo interactúa tu hijo con los animales y hacerte las siguientes preguntas: ¿Está haciendo una representación o realmente está inmerso en un juego de simulación donde actúa agresivamente? “Confía en tu instinto, observa a tu hijo y determina por qué crees que actúa de esa manera”.

Un metaanálisis en Australia sugiere que los niños tienden a ser más crueles con los animales que las niñas. Investigaciones canadienses indican que los niños de cualquier género son más propensos a ser crueles con los animales si han estado expuestos a la violencia doméstica. Un informe de la University of South Carolina, “Exploring the Link between Corporal Punishment and Children’s Cruelty to Animals“, también reveló una “asociación entre el castigo corporal de los padres y la crueldad de los hijos hacia los animales”.

Si tu hijo es castigado corporalmente y está lastimando a los animales, detener inmediatamente la disciplina física sería muy beneficioso para tu hijo y las mascotas de la familia.

Los niños pequeños que lastiman a los animales pueden carecer de empatía. Si este es el caso, es comprensible porque la empatía y la compasión son virtudes que pueden requerir años para desarrollarse. Algunos niños nacen con más empatía innata que otros. No se debe esperar que un niño de 2 años que no se da cuenta de que está apretando demasiado al gatito tenga la misma funcionalidad cerebral que un niño de 8 años. El estudio Measurable changes in empathy with age encontró un aumento notable de la empatía de los 7 a los 11 años. Un estudio de la Arizona State University afirma que la “calidez parental” es un factor importante en cómo y cuándo los niños desarrollan empatía.

Qué hacer si tu hijo está lastimando a los animales

Si tu hijo está lastimando a los animales, los pasos iniciales a seguir deberían ser:

1) Si utilizas algún castigo corporal (como nalgadas) detenlo y prueba un enfoque diferente para la disciplina. Habla con tu hijo sobre este cambio y por qué lo estás haciendo. Hazle saber que golpear o lastimar a otros no resuelve nada y nunca es una buena idea, y que en tu familia se enfocarán en usar las palabras.

2) Aumenta la calidez parental con tu hijo. Asegúrate de darle a tu hijo más abrazos y más mimos, y de que tu tono de voz sea suave, gentil y amable. Practica el perdón y enséñaselo a tu hijo. Dile que lo amas y hazle saber que incluso cuando a veces no se comporta como quisieras lo sigues amando.

3) Haz un esfuerzo por desarrollar las habilidades de empatía en tu familia. Compórtate con empatía para que tu hijo pueda construir sus habilidades de empatía. Sé paciente mientras el cerebro en desarrollo de tu hijo aumenta su capacidad para la empatía.

Si el problema de lastimar a los animales persiste a medida que tu hijo crece, Immordino-Yang y Duffy sugieren trabajar con un psicólogo infantil para ayudar a tu hijo a aprender qué está bien y qué no.

Según Wilson, Schultz y Duffy, un niño que deliberadamente lastima a los animales (como parte de un juego o en la vida real) y no muestra remordimiento, debe recibir ayuda inmediatamente. “No creo que deba estar en la misma categoría que golpear y morder“, dice Duffy. “Es muy poco común y podría indicar una perturbación emocional grave. El niño necesita recibir terapia de inmediato”.

Immordino-Yang está de acuerdo. Si los niños no sienten compasión por el dolor de otras personas (o en este caso, de los animales), entonces necesitan aprender reglas y comportamientos aceptables para mantener a salvo a quienes están a su alrededor. Al igual que Duffy, Immordino-Yang sugiere trabajar con un psicólogo infantil al detectar el problema para ayudar a tu hijo a aprender qué está bien y qué no.

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